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Actualizado: 29 de julio de 2025
Por lo menos no podemos prudentemente dudar de su existencia: que si fuese cierta, como la presumo, pudiera alterar el sistema del comercio, y desde luego, el valor de la pedreria que venden los Portugueses y que recogen en las sierras vecinas.
Lo malo es que antes y después de las funciones de iglesia se están allí ratos y más ratos, en una sala donde las hermanitas reciben la visita de las familias de sus educandas, donde además venden la ropa de un obrador que tienen: aquello es medio tienda medio sacristía, y allí va toda clase de gente.
Habíase convertido, por gracia de los aires del Norte, en un varón ejemplar, modelo de rectitud y templanza. Su parecido con el Santo Patriarca antojósele a Rosalía más vivo que nunca; pero consideró aquella belleza rubia como la más sosa perfección del mundo. No le faltaba más que la vara de azucenas para pasar a figurar en la cartulina de los cromos de a peseta que se venden por las calles.
Hasta una ternura, una palabra cariñosa te venden, porque al punto se ve que son sobras de otra parte, traídas aquí por deber y para cubrir el expediente... Palabras y caricias vienen muy usadas. ¡Cuánto sabes! Más sabes tú... No, no, más sé yo.
El cacao holandés se vende considerablemente en Inglaterra, y tiene mucha aceptación en los Estados Unidos, en tanto que los chocolates norteamericanos y franceses se venden en el orbe entero.
Vió tarjetas más grandes que tenían pintada la ruleta, con indicación de sus números y colores, y libros, muchos libros de los que se venden en las papelerías y kioscos de periódicos: luminosos tratados para ganar indefectiblemente á todos los juegos.
Unas cuanto más se venden, más caras valen, y otras... Se acordó del anónimo y comenzó a desasosegarse. Doña Frasquita lo habría recibido la víspera al anochecer... No tardaría en llegar. El escándalo iba a ser mayúsculo, pero así acababa todo de una vez. ¿Qué podía esperar del vejestorio? Ni dinero ni placer. Nada.
Algunos trabajan espontáneamente en fabricar curiosidades de mano que venden á los visitantes de la ciudad; pero todos gozan de las ventajas de la comunidad y del aislamiento al mismo tiempo, y son tan dichosos cuanto su situacion física se lo permite.
Por mejor decir, me hizo feliz; me abrió los ojos. ¿Es posible? Esa es la sociedad: era mi amigo íntimo. Desde entonces no tengo más amigos íntimos que estos pesos que traigo en el bolsillo: son los únicos que no venden: al revés, compran. ¿Y tampoco has tenido más amores? ¡Oh! eso sí: de eso he tardado más en desengañarme.
Mis nervios me venden; pero mi voluntad podrá más que mis nervios, y lo que es la voluntad, bien firme la tengo ahora. Que se metan conmigo; que venga todo el género humano a impedirme esta resolución; yo no discutiré, yo no diré una palabra; pero a donde voy, voy, y al que se me ponga por delante, sea quien sea, le piso y sigo mi camino». iii Doña Lupe se quedó que no sabía lo que le pasaba.
Palabra del Dia
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