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Actualizado: 17 de junio de 2025


Los dos eran crueles perseguidores de las codornices, peguetas y chochas; pero mucho más terribles y empedernidos aún de las liebres. Apenas venían algunos días despejados, estos veloces o inocentes animales tenían que sufrir una violenta persecución por parte del gremio notarial, activamente secundado por media docena de galgos que, para que mejor corriesen, se les dejaba morir de hambre.

Un criado le invitó a entrar en el ascensor, conduciéndolo a un saloncillo del primer piso, al través de cuyos balcones veíase la Puerta del Sol, obscura, con los techos de las casas negros, las aceras invisibles bajo las encontradas corrientes de los paraguas, y la plaza de luciente asfalto surcada por coches veloces, a los que parecía fustigar la lluvia, o por tranvías que se cruzaban en todas direcciones con un incesante campaneo que avisaba a los transeúntes, sordos bajo el abrigo de las cúpulas de tela.

La misma energía que mueve nuestras máquinas terrestres y aéreas agita las colas de ellos con igual fuerza que las de los peces más veloces.... De su tamaño no creo necesario hablar. El tamaño no significa nada. Nosotros hemos llegado á poseer navíos más grandes que el que le trajo á usted, y los suprimimos por inhábiles para defenderse.

Do el viento riza las calladas olas Que con blando murmullo en la ribera Se deslizan veloces por solas... que dice Alaejos, exhalaba á lo lejos ténues vapores que la luz de la luna, ahora en todo su lleno, convertía poco á poco en gasa trasparente y misteriosa...

Antiguos buques-correos, veloces carreristas de las olas, se veían descendidos á la vil servidumbre de barcos de transporte. Otros, negros y sucios, con pegotes de apresurada reparación y una chimenea tísica sobre su casco enorme, avanzaban tosiendo humo, escupiendo ceniza, jadeando con ruidos de hierro viejo.

En tanto el Corsario la costa admirando Saluda aquel rio de gracia inmortal, Y en alto levanta, su sien desnudando, Tres fajas de blanco y azul celestial. Y dice las islas y el bosque mirando: «Lavalle y sus bravos aquí me hallarán, «Y el rio en mi barco, veloces pasando, «Mi vida y mi barco por suyo tendrán

¡Nada..., no has acertado!... Si trajese diez hombres conmigo, ¡cómo correríais todos, falderillos! Haced lo que queráis, muchachos... ¡A matar ese perro! gritó el teniente en el colmo de la irritación. Los soldados se lanzaron veloces a la montaña y se pusieron a treparla con la agilidad de gatos monteses. La rabia de que estaban poseídos redoblaba sus fuerzas.

Pero, ¿qué ocurre? he aquí un ruido extraño y un tumulto inusitado. Dos sombras han pasado veloces, dos hombres han corrido, dos fuegos de cigarro se han aproximado uno a otro; se han oído dos voces exaltadas y el estruendo de una rápida querella. Los paseantes se han amontonado en un punto; mas no han encontrado a nadie.

Algo extraordinario acababa de ocurrir en el buque. Ferragut dormía con la ligereza de un capitán que necesita despertar oportunamente. La misteriosa percepción del peligro había cortado su reposo. Sintió sobre su cabeza el pataleo de veloces carreras á lo largo de la cubierta: oyó voces.

Caían en la arena naranjas, mendrugos de pan, cojines de asiento, como veloces proyectiles destinados al matador. De los tendidos de sol salían voces estentóreas, rugidos semejantes a los de una sirena de vapor, que parecía imposible fuesen producto de una garganta humana. Sonaba de vez en cuando un escandaloso cencerro con toques de rebato.

Palabra del Dia

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