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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Para nuestro entendimiento, no hay nada anterior á nosotros; todo lo que conocemos, en cuanto conocido por nosotros, supone nuestra conciencia; si la suprimimos, lo destruimos todo; y si ensayamos el destruirlo todo, ella permanece indestructible: no depende pues de nada, no presupone nada.

Para citar un ejemplo de esta singularidad que nuestra arquitectura nacional ofrece, entre muchos que pudiéramos citar y que suprimimos por no estraviarnos demasiado de nuestro propósito, mencionaremos la iglesia de S. Miguel de Lino, en Asturias, que siendo construccion del noveno siglo, ofrecia, segun de su actual estado pudo colegir Ambrosio de Morales, la singularidad de ostentar un cimborio bizantino en su crucero.

La misma energía que mueve nuestras máquinas terrestres y aéreas agita las colas de ellos con igual fuerza que las de los peces más veloces.... De su tamaño no creo necesario hablar. El tamaño no significa nada. Nosotros hemos llegado á poseer navíos más grandes que el que le trajo á usted, y los suprimimos por inhábiles para defenderse.

Suprimimos estas minucias y vaciedades por demasiado prolijas y fastidiosas; quien quiera enterarse de todas ellas las hallará detalladas con la suficiente claridad en la citada obra de Marrac. Refutacion del Koran, y en el cap. XI de la Suma de los principales mandamientos y devedamientos, tambien citada. El curioso M. S. del Sr.

El doctor Voronof pretende haber descubierto, sencillamente, el secreto de la eterna juventud. «Nuestra vida dice el doctor Voronof no depende tanto del funcionamiento de los grandes órganos como de la secreción de ciertas glándulas, minúsculas algunas veces...» Al leer esto, le entran a uno vivísimas sospechas de que el doctor Voronof llama glándulas minúsculas a los talones del Banco de España, al papel moneda y a los distintos valores en curso, sospechas que se acentúan a medida que uno sigue leyendo: «Un hombre añade el sabio cirujano puede vivir sin riñón o sin estómago; pero si le suprimimos, por ejemplo, las cápsulas subrenales, muere...» Indudablemente piensa uno el doctor Voronof, llevado de su tecnicismo profesional, denomina cápsulas subrenales a las piezas de cinco pesetas.

Y es que, detrás de estos empleados desbolsillados que cantan los plenos y los colores, uno ve, imaginativamente, unos bolsillos enormes, profundos e insondables, adonde afluye el dinero de todos nosotros. Todavía es tiempo de que suprimamos nuestros bolsillos. Y si no los suprimimos ahora, espontáneamente, tendremos que suprimirlos muy pronto, por inútiles... Las cuatro de la mañana.

Palabra del Dia

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