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Mi apoyo repuso don Simón, más blando que un guante no ha de faltarle mientras yo le vea dispuesto a velar por los intereses del país. Mañana le daré a usted otra prueba más de que el bien del país es su único afán... ¿Mañana, dice usted? En el supuesto de que apoye usted su proposición ese día, como asegura hoy El Ariete.... Y a propósito: tiene usted buenos amigos en la Prensa.

Harto que mi situación, mi vida, lo que pudiéramos llamar mi historia, me quitan por completo derecho a ciertas exigencias... pero, por naturaleza, por instinto, por temperamento, soy cariñosa, humilde; me gusta más ceder que mandar, y sobre todo, quisiera envolver, velar, la crudeza, la grosería del amor material, rodeándolo de algo delicado, limpio; hasta poético diría, si no temiese que se burlara usted de mi.

Su amor a Magdalena era uno de esos amores fuertes que ocupan todo el lugar en la vida; pero cuanto más amase a Magdalena más imperioso es el deber que tiene de velar sobre su prima, sobre su hermana, porque así era, si mal no recuerdo, como Magdalena llamaba a nuestra querida Antoñita.

Si se le hubiese quitado el acento a las obras de los hermanos Quintero, haciendo que sus personajes vocalizaran todas las letras con arreglo a la prosodia oficial, los hermanos Quintero no hubiesen entrado nunca en la Academia. ¡Y dicen que la Academia está destinada a velar por la pureza del idioma!... Indudablemente, los gallegos no tenemos público.

Quizá entonces, aunque culpable, sienta hacia el desprecio que debe inspirar quien, encargado en su casa de velar por la moral, transige cobardemente con el engaño y la deshonra. Seremos dos reos frente uno de otro.... y, así son las cosas de la vida, ella tendrá que ver en algo del juezUn momento después Lázaro entraba en el gabinete.

El joven se confió a ella enteramente, depositando en sus hermosas manos el manuscrito, cual si fuese un niño recién nacido, y ella lo recogió como madre cariñosa y lo tomó bajo su amparo, prometiendo velar por su preciosa existencia y presentarlo en el mundo. El joven manifestó que esa resolución era digna de un noble corazón cuya fama había llegado ya a sus oídos.

Entonces él, encargado de velar por el gobierno y el partido, había llamado al alcalde a su despacho y le había dicho: «Amigo mío...» Aquí una tirada de observaciones que D. Peregrín, cada vez que la repetía, iba haciendo más enérgica, hasta convertirla en severísima filípica.

Reñíale cariñosamente Magdalena, al verle tan cabizbajo; pero él no la escuchaba ni le contestaba. No parece sino que a fuerza de estudiar la enfermedad ha acabado por no ver ya a la enferma. A última hora ha vuelto a entrar para administrarle un calmante, y después de recomendarle un reposo absoluto, me ha hecho salir con él para dejarla descansar un rato. »Por la noche me tocaba a velar.

El otro día, como le dijera que iba yo a velar a Carmen, me contestó un poco mohina, como impaciente y molesta: «No, señora. ¡Si yo lo hago con mucho gusto! Usted ya no está para eso. De día tiene usted mucho que trabajar. No, no; el día que yo no quiera hacerlo, no lo hago». Mira, Rorró: yo creo que Angelina ha de parar en hermana de la Caridad.

Allí estuvo tendida por largo tiempo en dulce y apacible beatitud. Un día, cansada Carolina de velar, se había dormido a su lado, y los delgados dedos de la señora de Ponce se posaban sobre su cabeza como en tierna bendición. A poco, llamó a Juan. ¿Quién ha venido hace poco? dijo en voz apenas perceptible. La señorita de Corlear dijo Juan, contestando a la mirada de sus hundidas pupilas.