Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 29 de octubre de 2025
Pepita estaba sentada, casi recostada en un sofá, delante del cual había un velador pequeño con varios libros. Se acababa de levantar, y vestía una ligera bata de verano. Su cabello rubio, mal peinado aún, parecía más hermoso en su mismo desorden. Su cara, algo pálida y con ojeras, si bien llena de juventud, lozanía y frescura, parecía más bella con el mal que le robaba colores.
Su sillón, antes inmóvil, con sólida estabilidad, parecía agitado por estremecimientos nerviosos, lo mismo que una bestia que jadea afirmada sobre sus patas. La raza, como si la animase de pronto un alma traviesa, iba a pequeños saltos, repiqueteando en su plato, de un extremo a otro del velador.
A las diez de la noche Lidia llegó corriendo a la pieza de Nébel. ¡Octavio! ¡mamá se muere!... Corrieron al cuarto de la enferma. Una intensa palidez cadaverizaba ya el rostro. Tenía los labios desmesuradamente hinchados y azules, y por entre ellos se escapaba un remedo de palabra, gutural y a boca llena: Pla... pla... pla... Nébel vió en seguida sobre el velador el frasco de morfina, casi vacío.
Entre los que escribían estaba Ojeda. Inclinado sobre un velador del jardín de invierno, iba llenando pliegos, lo mismo que en la víspera de la llegada a Tenerife. Pero ¡ay! su carta era ahora un trabajo literario y reflexivo. Los recuerdos venían a interrumpir su escritura, como la otra vez; pero estos recuerdos no evocaban dulce melancolía, sino vergüenza y remordimiento.
Pero Laura apartó rápidamente la mirada, sonrió con su dulzura habitual, y abrazando la almohada, acomodó en ella su cara dolorida. Adriana ya no pudo interrogarla. A poco se quedó dormida. La pantalla verde, muy caída sobre la lámpara, en el velador, ponía grandes penumbras en el resto de la habitación. Detrás de Adriana estaba Carmen, que había entrado silenciosamente.
Dirigiose entonces el Padre Ambrosio, hacia un ángulo de la estancia donde había un pequeño velador y sobre él una bandeja, un jarro y una ancha copa de plata. Llenó luego la copa del líquido que el jarro contenía, y llamando a Fray Miguel y dándosela para que bebiese le dijo: Con esto se fortalecerá tu cuerpo y se hará apto para las operaciones ulteriores.
Mi hermano se dirigió a un velador, y empezó a rebuscar en un montón de periódicos, hasta dar con un número de La Ilustración. Abriéndolo, nos señaló un grabado de doble página que representaba la coronación de Rodolfo V en Estrelsau. Puso la fotografía junto al grabado y yo me senté frente a ellos; al lado opuesto de la mesa, contemplándolos.
Con esto y con la propensión natural de Leto a someter sus juicios al imperio de los extraños, por primera vez en su vida se creyó algo pintor y no del todo insignificante. Pues ahora va usted a ver mis obras le dijo Nieves muy templada, dejando las de Leto sobre un velador , siquiera para que aprenda usted, en vista de lo malas que son, a no ser tan avaro de las suyas.
Delante de ella había un velador con libros y papeles. D. Valentín estaba allí, sentado en una silla, y no muy distante de su mujer. El aspecto de Doña Blanca era noble y distinguido. Vestida con sencillez y severidad, todavía se notaban en su traje cierta elegancia y cierto señorío. Tendría Doña Blanca poco más de cuarenta años.
En el verano había sembrado una mata de sandías, y cuando estuvieron en sazón le regaló la más hermosa a la enfermera. Esta quiso dársela a la cocinera para que la sirviese en la mesa; pero Pomerantzev no lo permitió; la colocó él mismo sobre el velador, en la habitación de la enfermera, y acudía a cada momento a admirarla: le recordaba vagamente el globo terráqueo y le sugería grandes ideas.
Palabra del Dia
Otros Mirando