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Actualizado: 23 de junio de 2025
Esto es, Señor, cuanto se me ofrece en razón de los vestidos que se dan por la Cámara y forma en que podrían correr adelante. V. Magd. mandara en todo lo que más fuere de su Real servicio. Del Aposento 15 de Set.e de 1637. Manda el Rey que se paguen a Velázquez atrasos de sus haberes.
Ha dado ya la palabra, Que esto, hermano, es lo que siento, De ser turco, y este intento Con regalos siempre labra. Vesle, Francisco, á do asoma; Bizarro viene por cierto. Entra JUANICO, vestido como turco bizarro. Estos vestidos le han muerto: Que él, qué sabe de Mahoma? Vengais norabuena, Juan. No sabeis que ya me llamo: AURELIO. Cómo? Ansi como mi amo. En qué modo? Soliman.
Extrañan la relación, que puede haber entre un pastor y una tragedia, y hasta para pastor encuentran su traje inconveniente. A propósito de esto, exponen algunas reglas, que deben observarse en la decoración y en los vestidos de los actores.
Argensola iba de calle en calle siguiendo el revuelo del pájaro enemigo, queriendo adivinar dónde caían sus proyectiles, deseando ser de los primeros que llegasen frente á la casa bombardeada, enardecido por las descargas que contestaban desde abajo. ¡No disponer él de una carabina como los ingleses vestidos de kaki ó aquellos belgas con gorra de cuartel y una borla sobre la frente!... Al fin, el taube, cansado de hacer evoluciones, desaparecía. «Hasta mañana pensaba el español . El de mañana tal vez sea más interesante.»
En un espejo, frontero a la ventana, vi quién tocaba. Era una joven rubia, ataviada con modesto traje blanco, uno de esos vestidos de muselina de hilo, frescos, ligeros, vaporosos, que tanto sientan a las muchachas núbiles: trajes que llevan con singular donaire las pollitas de Villaverde y de Pluviosilla. ¡Qué gallarda caía en torno del taburete la ondulante cola de aquella falda!
El genio especulador de Salabert les infundía vértigos de asombro, como si se pusiesen a calcular cuántos vestidos podrían comprarse con sus millones. Y él, tan flexible generalmente, que había llegado al puesto que ocupaba, según propia confesión, a fuerza de puntapiés en el trasero, al hallarse entre sus adoradores los maltrataba sin piedad.
Sus vestidos anuncian la riqueza; su aspecto es varonil, y sus ojos son tan arrogantes como los de un labrador que sabe que ha nacido libre. Acerquemonos a el.
Cerca del anochecer, cuando Mari Pepa y su hija recogían las respectivas labores y se sacudían las hilachas agarradas a los vestidos y apercibían las «nubes» y los mantones, diciéndole de paso a mi tío muchas cuchufletas por animarle, y goteaban las canales del tejado la nieve «derretida» por la lluvia que iba espesando, vino el médico otra vez.
Y no hubieron andado un cuarto de legua, cuando, al cruzar de una senda, vieron venir hacia ellos hasta seis pastores, vestidos con pellicos negros y coronadas las cabezas con guirnaldas de ciprés y de amarga adelfa. Traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano.
Muchos son los cambios que se han verificado, no sólo en las instituciones y costumbres, sino también en el alma humana, desde que el señor tenía así á sus súbditos bajo sus miradas y bajo sus plantas, desde que el heredero de su nombre crecía pensando en en que todos los seres mal vestidos que veía moverse allá abajo, todos aquellos hombres serían, cuando él quisiera, carne para su espada.
Palabra del Dia
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