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Los estudiantes, no, esos no estaban por las calles, aunque en los balcones tenían a sus hermanas y a sus novias: los estudiantes estaban en la procesión, vestidos de negro, y entre admirados y envidiosos de los muertos a quienes iban a visitar, porque estos, al fin, ya habían muerto en defensa de su patria, pero ellos todavía no: y saludaban a sus hermanas y novias en los balcones, como si se despidieran de ellas.

A cierta distancia se miraban venir veinte cebras y veinte jirafas, que conducían en cofres de sándalo y maderas preciosas los vestidos, regalos, el alizaque o dote de la novia, y luego, entre una comitiva numerosa de jeques y ancianos, jefes de los cabilas y linajes, se dejaba ver un riquísimo palanquín colgado, de brocados y randas, y con varales de coral y madreperla.

Emprendimos la ascensión; yo abrí la marcha y la señorita Margarita me siguió valientemente, entendiéndose, como podía, con sus largos vestidos. De lo alto de la plataforma, el panorama es inmenso y delicioso.

Y el pueblo de Jerusalén afirmaba que Salomón la había conocido y la había amado. Y que la había hallado rosa de Saron y lirio de los valles. Y que había comparado su cabeza rubia, por la majestad, con el Carmelo, y el olor de sus vestidos al olor del almizcle y al de las silvestres flores que crecen en el Líbano.

Apretábase el seno hasta hacerse daño; subía el cuello de los vestidos contra las prescripciones de la moda; no se mudaba la camisa sino a oscuras, y cuando no tenía los guantes puestos jamás daba la mano a un hombre. La historia de su casamiento fue verdaderamente curiosa, llena de incidentes cómicos que se repitieron durante mucho tiempo por la ciudad.

A pesar de esta abundancia, que va continuamente creciendo por la estension que toman los cacahuales, los indígenas solo recogen lo que les basta para pagar la contribucion personal de seis libras de cacao en pepita por año, para darle su racion de ocho libras al cura, á mas, como de diez á quince libras para trocarlas por los vestidos necesarios á la familia: lo restante, es decir, millares de libras se pierden todos los años, quedando abandonadas á los pájaros y otros animales selváticos.

Las plantas salvajes crecían entre los peñascos coronados de flores; los árboles tenían los troncos vestidos de serpenteante verdura; las pobres casas de los payeses ocultaban su miseria ruinosa bajo sábanas de rosales trepadores.

A los mozos de retrete se les podrán dar de aquí adelante vestidos de a 60 ducados. Los de los zapateros, que son de 54, me parece que podrán pasar como están. Los de los escuderos de a pie podrían quedar en 50 cada uno.

De repente, un murmullo de simpatía cundió por la sala entera, y todas las miradas convergieron al palco central de la ochava: muchos personajes, vestidos con la más rigurosa etiqueta, tomaban asiento. Mi tía empezó a nombrarlos a todos. Saluda, Ramón, saluda le decía a mi tío. Si no ven para acá, Medea...

Será una pérdida sensible para los autores de folletines. Pero, en fin, señor Domet, ¿qué es de esas gentes? ¿Qué hacen? ¿Qué dicen? ¿Dónde viven? ¿Cómo van vestidos? ¿Dónde se les encuentra? ¿Cómo se les puede reconocer? ¿Aun van marcados? Algunos; los decanos de la orden. La marca ha sido suprimida en 1791, restablecida en 1806, y abolida definitivamente por la ley de 28 de abril de 1832.