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Actualizado: 26 de mayo de 2025
-No es la miel para la boca del asno -respondió Sancho-; a su tiempo lo verás, mujer, y aun te admirarás de oírte llamar Señoría de todos tus vasallos. ¿Qué es lo que decís, Sancho, de señorías, ínsulas y vasallos? -respondió Juana Panza, que así se llamaba la mujer de Sancho, aunque no eran parientes, sino porque se usa en la Mancha tomar las mujeres el apellido de sus maridos.
Digo, señor, que no lo entiendo contestó la duquesa. Ni yo tampoco repuso el rey ; yo creo que estoy rodeado de vasallos leales. Alguna miserable intriga... Oíd: «los traidores que os rodean, os tienen separado de su majestad la reina...» Interrumpióse de nuevo el rey. En esto de tenerme separado de la reina, tienen mucha razón, y no tenéis en ello poca parte, doña Juana.
Si el Rey de las Españas me hiciera caso, mandaría a paseo a los ingleses y les diría: «Mis vasallos queridos no están aquí para que ustedes se diviertan con ellos. Métanse ustedes en faena unos con otros si quieren juego». ¿Qué creen?
La intimidad de Blázquez Serrano con los culpables hacía verosímil la denuncia, con sólo presentarle como a uno de esos vasallos hipócritas que dan su sonrisa al monarca y el corazón a los rebeldes, y se hacen encontradizos en palacio, justamente cuando va a estallar en algún punto del reino la mina que ellos mismos ayudaron a socavar. Una carta de su maestresala trájole la primer advertencia.
Diganlo si nó aquellos economistas que se oponian á las restricciones de la libertad de comercio cuando eran únicamente por el tiempo en que duraban las guerras; i eso no con todas las naciones, sino con sola aquella en cuya ofensa se ejercitaban las armas españolas. Díganlo tambien los tratados de paces en que se concertaba que fuese libre el comercio entre los vasallos de uno i otro reino.
En el ínterin, pues, que el Padre estaba con todo su espíritu recogido en Dios tratando este negocio, vino del Pilcomayo un cacique con seis vasallos suyos, pidiéndole no difiriese un punto de ir á darles noticia de Dios Nuestro Señor; y luego manifestaron las veras con lo que decían las obras, oyendo con gusto y atención la explicación de la Doctrina Cristiana, y estando siempre obedientes á su voluntad.
Tuvieron aquí no poco que hacer en componer á los paisanos con los vasallos de Taquiremboti; pero puestos éstos en acuerdo, prosiguieron su viaje, no encontrando otra cosa que rancherías destruídas, habiéndose retirado á otras partes la gente, por no padecer los infortunios y desventuras que trae consigo la guerra.
Yo no digo que los judíos que conspiraron contra la vida de reyes, i contra el estado de quien eran vasallos, fuesen dejados sin castigo; pero hai ocasiones en que la sobra de rigor se convierte en falta de cordura.
Dumas que, hasta el reinado de San Luis, Paris y sus alrededores estaban plagados de malhechores y de rateros, y que los vasallos de la corona tenian que ir á buscar otros señoríos, porque no podian parar en las tierras del rey. ¿Y cómo llama usted á eso, Sr. Dumas? ¿Es eso cultura y civilizacion? ¿Eso no es Africa? ¿Para eso no hay Pirineos? Basta de Memorial. Vamos á curiosidades de otro género.
Quiso el Rey Sabio poner coto al ánsia de lujo que dominaba á sus vasallos, y en el Ordenamiento de 27 de febrero 1256 prohibióles que trajesen «sillas ferpadas nin con oropel nin con argenpel, que tampoco emplearían en coberturas, perpunte, cofias y pendones, ni en las fundas de los escudos: que no usasen cascabeles etc., etc., prohibiendo también á las mujeres el uso de objetos de metales ricos, de camisas bordadas de oro; extremando estos rigores hasta en las comidas, en las fiestas de bodas y en la manera de vestirse los vencidos sarracenos.»
Palabra del Dia
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