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Actualizado: 19 de julio de 2025
De la misma manera descubriremos los gérmenes del drama cristiano en los cánticos alternados de la Iglesia, en las antífonas y responsos, y en los diálogos y representaciones simbólicas, de que se valían los sacerdotes para enseñar al pueblo las sagradas escrituras. Pero aunque sea éste uno de los más importantes orígenes del drama moderno, no es, sin embargo, el único.
En vano, para calmarse, se decía que todas aquellas emociones nada valían ni significaban en el curso eterno de las cosas, que dentro de muy poco tiempo todo sería humo; en vano se representaba la imbecilidad del ser humano, luchando y padeciendo en holocausto de una fuerza que se burlaba de él. Todos sus pensamientos se estrellaban contra un anhelo poderoso, irracional que le dominaba.
El aislamiento en que vivían los padres de la Compañía de Jesús en sus misiones del Paraguay, cuyo acceso impedían a los mismos españoles, ha hecho ignorar hasta ahora el plan de esta singular república, y los arbitrios de que se valían para gobernarla.
Elisa se esmeró entonces en su vestido y peinado; lució nuevas y ricas galas; aguzó el ingenio para que en las tertulias tuviese mayor hechizo su conversación; atrajo en torno suyo a cuantos hombres valían más por cualquier estilo; se rodeó de más brillante y numerosa corte que nunca, y ni aun así pudo vencer la indiferencia del Conde.
Mientras trabajó en la oscuridad tenía la vaga conciencia de su genio: una voz interior le decía que las obras que salían de sus manos valían más que otras loadas por la crítica. Sentíase con fuerzas para llevar a cabo algo grande y bello. Cuando escuchó los elogios que se tributaban a su grupo no quedó sorprendido: era la misma dulce canción con que su corazón le arrullaba siempre.
Y tal maña dióse y a tales expedientes recurrió, que ocho días después sacó en claro que fraile y monja no eran sino conspiradores de carne y hueso, que se valían del disfraz para acercarse a la muralla y entablar por medio de una cuerda cambio de cartas con los patriotas.
Amaba a Manolita y no quería decir la verdad sobre su carácter; pero con el astuto don Eugenio no valían disimulos. Mira, muchacho, tú nos engañas. No, no eres feliz... aunque me lo jures. Tú tienes, como yo, sangre de comerciante, y el que nos saque de este mostrador y nuestras costumbres, nos mata.
Yo no diré que eran mejores que éstos, pero eran otros. No sólo había notabilidades de primera fila, sino hombres modestos que valían mucho. Yo recuerdo, por ejemplo, que don Juan Pedro Muchada era un gran hacendista. Sí dice otro señor , yo lo recuerdo también. Cuando estábamos los dos estudiando en Madrid, fuimos un día a verle con una carta de recomendación. Era entonces diputado por Cádiz.
Los ojos de Tòni, cada vez más hinchados y vidriosos, acabaron por soltar una lágrima... ¡Separarse así después de una vida fraternal en la que los meses valían por años!... Avanzó tímidamente para apoderarse de una de las manos de Ferragut, blanda, desmayada, inexpresiva. Su frío contacto le hizo vacilar.
Reina, el señor de Le Maltour, solicita tu mano. Que le aproveche, tío. ¿Te gusta? Al contrario. ¿Por qué? Exponme las razones, pero buenas razones; no como las del otro día que no valían nada. Tampoco vuestros partidos no eran presentables, tío. Vamos al señor P. muy bien... ¡Oh, un hombre de treinta años, casi un patriarca! ¿Y el señor de C.? ¡Un hombre espantoso!
Palabra del Dia
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