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Actualizado: 25 de octubre de 2025


La única persona con quien tenía gusto de hablar era con don Mariano Elorza, que había sido muy amigo de su padre, y cuya casa visitaba con gran confianza siempre que venía a Nieva de vacaciones. Don Mariano, que era expansivo y amable con todo el mundo, no podía menos de mostrarse con él doblemente afectuoso por la situación desgraciada en que se hallaba.

A pesar de tener caracteres opuestos, habíamos congeniado con Martín. Sus padres vivían con holgura, y yo solía pasar en su casa una parte de las vacaciones.

En aquel instante bajaba Simoun y al ver á los dos jóvenes, ¡Adios, don Basilio!, dijo saludando en tono protector, ¿se va de vacaciones? ¿El señor es paisano de usted? Basilio presentó á Isagani y dijo que no eran compoblanos, pero que sus pueblos no distaban mucho. Isagani vivía á orillas del mar en la contra costa.

Dos jóvenes que acaban de salir de la escuela de retórica, que recuerdan perfectamente cuanto en ella se les ha enseñado, que serían capaces de decorar los libros de texto de un cabo á otro, que responden con prontitud á las preguntas que se les hacen sobre tropos, figuras, clases de composicion, etc., etc., y que en fin han desempeñado los exámenes á cumplida satisfaccion de padres y maestros, obteniendo ambos la nota de sobresaliente, por haber contestado con igual desembarazo y lucimiento, de manera que no era dable encontrar entre los dos ninguna diferencia, estan repasando las materias en tiempo de vacaciones, y cabalmente leen un magnífico pasaje oratorio ó poético.

Yo rompería con todo, si no fuera porque me será difícil encontrar colocación inmediatamente, y crea usted que un periodo de vacaciones me balda... Por no me importaría; pero a mi madre y a mi hermana no quiero hacerlas ayunar. El pobre pensador, mi ilustre cuñado, está mal de intereses, y si yo no tiro del carro, los ayes y lamentos pidiendo pan se han de oír en Algeciras.

Pero pasan los diez meses de cadena, los diez largos meses de estudios, y llegan los días felices de vacaciones: la juventud adquiere su libertad; vuelve al campo, ve nuevamente los álamos del prado, los árboles del bosque, y la fuente sobre cuyas aguas flotan ya las primeras hojas amarillas que el otoño marchita; llenan sus pulmones con el aire puro de la campiña, renuevan su sangre, fortalecen un cuerpo y todos los aburrimientos de la escuela serán insuficientes para hacer que desaparezcan del cerebro los recuerdos de la naturaleza libre.

En las primeras vacaciones que me dieron, y en recompensa de la buena censura que obtuve del sinodal en el examen, me permitió mi señor padre que hiciese un viaje de recreo adonde más me acomodase y por todo el tiempo que me pareciese prudente.

El maestro entretenía el aburrimiento de las vacaciones con este pequeño campesino, queriendo iniciarlo en las bellezas de las letras latinas con ayuda de su elocuencia y de una correa. Deseaba hacer de él un prodigio, para sorprender a los otros profesores cuando se abriesen las clases, y los golpes menudeaban.

Diez días para llegar a Río Janeiro, la escala más próxima: ¡diez días de vida común! ¡Toda una existencia cuyo vacío había que poblar con diversiones y nuevas amistades!... Y la fiesta del cumpleaños del Emperador, la primera del viaje, difundía por el buque un regocijo de escolares que empiezan sus vacaciones.

Me separé de ella sin más explicaciones. Otra necedad más me dijo Oliverio cuando se enteró de lo que había yo hecho. Necedad o no heme libre repuse. Me voy a Trembles y te llevo conmigo. No será difícil que se resuelvan a venir a pasar las vacaciones. ¿A Trembles contigo? ¿Magdalena en Trembles? repetía Oliverio cuyos planes había desbaratado mi resolución brusca y temeraria.

Palabra del Dia

aprietes

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