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De orilla á orilla se lanzaban miradas de odio y palabras de insulto, porque se acordaban de combates y degollaciones, de víctimas estranguladas, ahogadas, enterradas con vida; pero cuando los guerreros rojos, despojándose de su túnica parecida á la de los antiguos helenos, aparecían con la resplandeciente belleza de sus formas y al lanzarse al río para atravesarlo de unos cuantos empujes, se olvidaban del antiguo odio y hasta parecía que nos amábamos.

Ni deja tampoco de sorprenderle, y mucho, al que supo conservar toda su calma durante una contienda electoral, ver la sed de sangre que se desarrolla en la hora del triunfo, y tener la conciencia de que él es una de las víctimas en que los vencedores tienen fijas las miradas.

Debe haber una equivocación pensó Martín . No es posible otra cosa. Subieron la escalera, el criado levantó una cortina y pasó Zalacaín. Sentada en un sofá y hojeando un álbum, había una mujer desconocida, una mujer pequeña, delgada, rubia, elegantísima. Perdone usted, señora dijo Martín , creo que usted y yo somos víctimas de una equivocación...

Á un hombre le pesa emplear dos varas de bronce con el fin de que su cautivo pudiera respirar de pié derecho, cuando la Providencia habia creado para aquel cautivo toda esa inmensidad que flota entre la Bastilla y las estrellas. Allí fuéron víctimas de la tenebrosa política de Luis XI, Guillermo de Llarancourt, obispo de Verdun, Jaime de Armagnac, duque de Nemours y el conde de Saint-Pol.

Si los PP. Misioneros fueron autores, ò víctimas de este engaño, no es facil decidirlo; pero las c

Lacante sonríe con bondad ante esos holocaustos en su honor y defiende a las víctimas con buenas razones un poco flojas. Su equidad natural se deja adormecer por el rumor de esas adulaciones abundantes y locuaces, que no le permiten siquiera desarrollar su opinión.

Criado en una atmósfera de engaño y artificio, consideraba a los hombres como perennes víctimas de sus sentidos; en fin, si hubiese pensado algo más, para su edad hubiera sido un cínico; con unos años más habría sido un escéptico, y más tarde, cuando viejo, hubiese llegado a filósofo.

No es así, sin embargo, sino á fuerza de ciencia como esos pescadores han llegado á ser para nosotros especies de magos ordenando á sus víctimas la marcha en procesión hacia su anzuelo.

Se fue a Madrid Mesía, a cepillar un poco el provincialismo. Dejaba ya en Vetusta muchas víctimas de su buen talle y arte de enamorar, pero los mayores estragos pensaba hacerlos a la vuelta. La tarde en que Álvaro tomó la diligencia, Ana había salido a paseo con sus tías por la carretera de Madrid. Encontraron el coche. Álvaro las vio y saludó desde la berlina.

Seguía impasible sus inauditas reformas urbanas, escuchando con sonrisa cruel las quejas de sus víctimas, contestando con sarcasmos feroces a los discursos de los oradores del bando contrario. Marcones introdujo a don Mateo en una sala contigua al salón de sesiones. La tribuna destinada al público era demasiado asquerosa para entrar en ella una persona decente.