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Actualizado: 5 de mayo de 2025
«Es extraño que no hablaran antes de tal capitán Pérez», pensó un momento Adolfo, sin dar al militar mayor importancia... Por el contrario, Vázquez parecía darle importancia... Y nunca se olvidaba de colocar a su respecto alguna palabrita, que Coca escuchaba simulando una displicencia afectada... El personaje imaginario llegó así a ser familiar en la casa.
Dijo que la música le atacaba los nervios, que detestaba el campo, que su ideal era el dolce far niente, y cien necedades más... Vázquez le preguntó si tenía novio, y ella se puso muy colorada al contestar débilmente que no, como si dijera: «Los tengo a montones». Supongo que todavía hay jóvenes de buen gusto en el mundo dijo galantemente Vázquez.
¡Vamos, don Mariano lo interpeló éste que me atropella usted!... Anda usted distraído... Las malas lenguas dicen que está usted enamorado, y casi me siento en disposición de creerlo... Levantó Vázquez la cabeza.
Por toda respuesta, Coca abrazó y besó a su hermano, con sus naturales mimos y zalamerías... De pronto cruzó una idea por la cabeza de Adolfo... ¿Y tu capitán Pérez? dijo. ¿Estás segura de no haberle tenido nunca una simpatía más viva que a Vázquez? Ante tal pregunta soltó Coca la más sonora y franca de sus carcajadas...
Agotada la paciencia de Vázquez, él la amenazó con irse y no volver más si no lo aceptaba o rechazaba definitivamente esa tarde... ¡No era él un adolescente para prolongar mucho tiempo esa femenina política del «tira y afloja»! Como Coca lo sabía firme y decidido, temió que ejecutase demasiado pronto su amenaza, y le dio el «sí», ¡el ansiado «sí»!... ¡Ya eran novios!
Mi compañero de viaje y querido amigo el insigne músico D. Mariano Vázquez me esperaba en la gran Basílica, enteramente solo, sentado delante del magnífico órgano llamado del Deán, arrancando de su hondo seno solemnes y patéticos gemidos.
Don Germán Reynoso habitaba en aquel momento una aldea de Guipúzcoa llamada Anzuola, próxima a Zumárraga. Saliendo aquella misma noche, por la mañana temprano llegaría a este punto y de allí podría trasladarse a Anzuola rápidamente. Era necesario preguntar por don Ricardo Vázquez, su segundo nombre de pila y su segundo apellido, pues así se hacía llamar desde que había salido de Madrid.
Y Laura dijo lo que se sabía, habiéndolo oído contar en casa de su tía Viviana. Don Mariano Vázquez tuvo en sus mocedades una novia, a quien idolatraba... Pero ella, la muy picara, rompió un buen día el compromiso para casarse con su primo, un calavera «de siete suelas»... Don Mariano debía ser pues un hombre melancólico y escarmentado...
Martes 2 de Enero este día amaneció crecido el rio hasta que llegó á las puertas del Arenal y Triana y andaban por la cestería con barcos y andaba el agua por santa ¿maría? . En 20 de Septiembre nombró la Ciudad á Juan Vázquez padre de los huérfanos «que es poner mozos y mujeres con amos y amas.» El dicho Vázquez sustituyó en el cargo á Gabriel de Zamora.
Después de proclamar oficialmente en la casa el noviazgo y recibir los parabienes de estilo, Vázquez tomó una discreta y delicada resolución... Resolvió irse esa noche a Buenos-Aires, por una semana, para evitar su encuentro con el capitán Pérez. A su vuelta, despachado el capitán, arreglaríase el casamiento para fin de año.
Palabra del Dia
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