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Actualizado: 20 de julio de 2025


Vamos dijo Quevedo, que entre tanto había corrido al socorro de doña Clara ; no es nada, un desmayo; un desmayo que nos viene á las mil maravillas; quedáos vos aquí, padre Aliaga, y esperadnos. ¿A dónde vais? A llevar á doña Clara á una de estas casas inmediatas. Ayudadme vos, Montiño. Dios quiera que pueda; apenas me tengo de pie. Os ayudaremos los dos y es más breve dijo el padre Aliaga.

Me dió sueño; en el sillón dormía mal... como ya Quevedo había dormido aquí, me dije : ¿Qué importa que yo duerma también? pero he sido más respetuoso que Quevedo, yo al menos no me he desnudado; con ponerme las botas estoy corriente. ¿Y os vais? , pero contando con que vos... ¿Qué?... ¿Me volveréis á recibir? ¿Pero no estáis ya recibido? dijo la Dorotea. ¡Cómo, señora!

Os confieso que en la situación en que me he casado con vos, y por la razón que lo he hecho, me hubiera casado con cualquiera de quien hubiera podido buenamente ser esposa. ¿Sin amor? Sin amor. ¿Pero qué misterio, qué razones son esas? Las vais á oír: en primer lugar, tomad este rizo, guardadlo. ¡Este rizo vuestro! exclamó el joven besándole con locura . Pero esta joya...

¿Madurará en la realidad esa esperanza? Vosotros, los que vais a pasar, como el obrero en marcha a los talleres que le esperan, bajo el pórtico del nuevo siglo, ¿reflejaréis quizá sobre el arte que os estudie imágenes más luminosas y triunfales que las que han quedado de nosotros?

Dorotea miraba de una manera ansiosa, enamorada, dulce, á don Juan; le transmitía su alma entera, y con su alma todos los embriagadores sentimientos de que su alma estaba llena; y como si en aquella mirada le transmitiera también su vida, Dorotea se ponía más pálida, se espiritualizaba más y más, se hacía irresistible. ¿Cuándo os vais? le dijo Dorotea.

''No, por cierto''. Pues, ¿qué va a buscar? ''Voy a buscar, como quien no dice nada, a una princesa, y en ella al sol de la hermosura y a todo el cielo junto''. Y ¿adónde pensáis hallar eso que decís, Sancho? ¿Adónde? En la gran ciudad del Toboso''. Y bien: ¿y de parte de quién la vais a buscar?

Señor, peino mis cabellos péinolos con gran dolor, que me dejéis a sola y a los montes os vais vos. Esa palabra, la niña no era sino traición. ¿Cuyo es aquel caballo que allá bajo relinchó? Señor, era de mi padre, y enviáralo para vos. ¿Cuyas son aquellas armas que están en el corredor? Señor, eran de mi hermano, y hoy os las envió. ¿Cuya es aquella lanza, desde aquí la veo yo?

Pues es necesario que le encontréis, pero que no sea aquí. ¡Cómo, señor! Vais á sacar este cadáver por el postigo á la calle. ¡Señor! que os pido mucho; ¿pero sabéis lo que yo puedo hacer por vos? ¡Oh, excelentísimo señor! ¿Pero cómo he de hacerlo? Quitad esas luces de en medio dijo el duque. Doña Ana tomó la linterna del alcalde, y con la suya las puso en una habitación inmediata.

Repúsose el padre Aliaga. ¿Conque... vais á buscar á esos dos amantes? dijo. No por cierto, voy á esperarlos á su casa... y como pueden tardar... Esperad, cuando la hayáis encontrado, en la galería de los Infantes. Esperaré... Cuando yo llegue, os avisarán. Muy bien. Y para que los encontréis más pronto, id al momento. Quedad con Dios, padre Aliaga; quedad con Dios y hasta luego. El bufón salió.

Trujéronsele, y, en viéndole Sancho, le dijo: -Dadme, buen hombre, ese báculo, que le he menester. -De muy buena gana -respondió el viejo-: hele aquí, señor. Y púsosele en la mano. Tomóle Sancho, y, dándosele al otro viejo, le dijo: -Andad con Dios, que ya vais pagado. ¿Yo, señor? -respondió el viejo-. Pues, ¿vale esta cañaheja diez escudos de oro?

Palabra del Dia

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