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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Es un tunante, un fasineroso de cuerpo entero... Si le viera uté trabajá, ¡una gloria de Dios!

Verá uté. Un día le preguntamos por su hermano, que estaba en Cádiz, y nos respondió, con una cara muy larga, que se había muerto. Todos lo creímos. Uté también lo creería, ¿verdad? Pues nada; por la tarde se dejó entrar diciendo que todo era mentira. Le hablaba por la reja. En esta misma ventana, ¡cuántas horas habré pasado hablando con él! ¡Me tenía encandilaíta aquel gitano!

De una cosa estaba satisfecha únicamente, y es que no le daba por mujeres. Si fuese así, Paca se creía capaz de envenenarle. Todo menos eso. Mire uté, señorito: es un perdío sin vergüensa, un lechonaso que se cae por las caye... ¡Esto es lo que no pueo aguantar!

Con mucho gusto respondí, sintiendo súbito por aquella niña ardiente simpatía. A me gustan muchísimo los versos, ¡Me encantan! ¿sabe uté? A casa venía un chico que los hacía, ¡tan bonitos! ¡tan bonitos! Vamos, eran preciosos. Otros los hacían bonitos también, pero como Pepe Ruiz, ninguno.

No estoy enteramente de acuerdo con esa opinión; pero no discutamos... Tiene usted un modo de apreciar las cuestiones demasiado..., demasiado prosaico, por no emplear otro calificativo... Se preocupa usted mucho de los duros... ¿Y uté les ezcupe, compare? Voy a suplicarle a usted un favor..., y es que no me llame usted compadre.

¡Jesú, qué pesao y apestoso está uté hoy, amigo! ¿Se figura uté que por hablar de ella se va a disipá en el aire como el álcali volátil? Sufrí aquella mosca el tiempo que pude, que no fue mucho, pues me llegaban las once menos cuarto.

Como formaba demasiado bulto para un sobre común, me vi precisado a fabricar otro, para lo cual pedí las tijeras a Matildita, que no dejó de echar una mirada penetrante a los pliegos escritos que estaban sobre la mesa. Don Seferino, uté escribe largo y no come... ¡Malo! Vi en lontananza una nube de consejos presta a reventar sobre .

Verá uté, a me dedicó unos que tengo arriba guardados... Principiaban... Hojas del árbol caídas juguete del viento son... Las ilusiones perdidas hojas son ¡ay! desprendidas del árbol del corazón concluí yo. ¡Toma! ¿También usted los sabe? , señorita; son de Espronceda. No, hijo mío, que no son de ese caballero, que son de Pepe Ruiz; yo misma se los he visto escribir replicó con energía.

¡Ay señorito! exclamó ella, siempre rodeada de sus niños y con un quinqué de petróleo en la mano . El lujo del pobre: mucha escoba y mucho trapo. Si fuera solita, no digo que no compraría algunas cositas que nos hasen farta, y estaría regulá. Pero ¡cómo quiere uté que una porspere con esta gusanera de chico! El símil no dejaba de ser exacto.

Eztimando ese honor, amigo. ¿Zabe uté una cosa que estoy pensando?... Que está uté un poquirritiyo... apoyando el dedo índice en la sien . No se ofenda uté. No me ofendo. ; loco debo de estar cuando, en vez de patearle a usted la cara hace poco, he aguardado para decirle muy cortésmente que es usted un canalla.

Palabra del Dia

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