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Las dos bocas acabaron por unirse, y Ricardo pensó que ese beso iba á ser interminable. Experimentaba la sorpresa del que al entrar en un palacio maravilloso ve francas las puertas de un segundo salón todavía más admirable, y luego penetra en un tercero que le parece superior, perdiéndose en lontananza la sucesión de habitaciones deslumbradoras abiertas ante él.

El doctor hizo coro con ella y la anciana condesa lamentó altamente no haber estado allí para arrojar a aquella desvergonzada a la puerta o al mar; el mar era una de las puertas del jardín. Pero don Diego, en lugar de unirse a las protestas de toda la familia, se aplicó a calmar ánimos y a vendar heridas.

Las horas, que se arrastran pesadamente de la mañana a la noche, despidiendo como una baba pegajosa, empapan mi alma en desesperación. Esto ya no es vivir. Hágome cuenta de que ya se acabó todo, y voy a escribir. Isidora viene. Esta desgraciada es el único ser que ha tenido la abnegación de unirse a y ampararme cuando me ha visto abandonado por todos. ¡Oh corazón generoso!

Presentía el porvenir: adivinaba que iba á serte fatal. ¿Cómo podía unirse una vida recta y franca como la tuya con mi existencia de aventurera mezclada en tantos compromisos inconfesables?... Pero te amaba. Quise salvarte con mi alejamiento, y á la vez tuve miedo de no verte más.

Entonces, temiendo ser envueltos, porque la oscuridad de la noche les hacía imaginar que sus enemigos eran más numerosos, los de Rivota retrocedieron por el camino de Entralgo para unirse á sus compañeros. Los de Villoria los persiguieron algún tiempo. Al cabo Nolo, cuya alma estaba llena de valor y de prudencia, se detiene. Basta ya, compañeros.

No sólo no hay analogía entre aquellas palabras; no sólo carecen del más lejano parentesco, sino que se nos entra por los ojos su discrepancia, su evidente contradiccion, y no pueden unirse objetos y atributos que se repugnan, que se contradicen, que se zahieren.

La criatura se ama á propia y ama tambien á las demás; pero este amor, no es de un egoismo estrecho, sino que ama en misma, y en sus semejantes, el reflejo del bien infinito. Desea unirse con el bien supremo, y en esto pone su última felicidad; pero este deseo lo enlaza con el amor del bien supremo en mismo, y no le ama precisamente porque de ello deba resultar su propia felicidad.

El «no» a un hombre así ha de ser gradual, no repentino, no brusco, pues nuestra negativa seca y rápida pudiera llevarlo a la exasperación y hasta ser causa del encarecimiento del plomo troquelado. Existe el hombre que presume de irresistible, el que tiene de mismo un concepto tan optimista que no admite haya mujer que renuncie a la gloria de unirse a él.

Pero el que no sepa á la vez unirse con amor á los tesoros de belleza que nuestros antepasados nos han legado, ése no llegará á sentarse en la cima sagrada del Olimpo. «Los mejores cantos dice Telémaco en la Odisea son siempre los más nuevosSi se medita un poco se comprenderá que las pasiones humanas, primera materia sobre la cual trabaja el poeta, no cambian, en lo que tienen de fundamental, con el trascurso de los siglos, y aun en la vida social, si el tiempo y el espacio establecen diferencias, no son tan grandes como á primera vista parece.

La llegada a Madrid del célebre cantor Tenorini puso cima a la gloria de María, por la admiración con que la encomiaba aquel coloso y por el empeño que manifestó en cantar acompañado de una voz digna de unirse a la suya.