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Actualizado: 18 de junio de 2025


No alhambras, no coronas quiero; no ansío ni por esclavos ni por tesoros; no anhelo por las fiestas ni por las zambras; quietud quiero, mi hogar me basta, los bienes de mis padres me sobran en parte; y puesto que mi dicha me ha dado una en una religión santa, en ella quiero morir a trueque de los mayores bienes, ya que bienes queréis llamar a los que, si se consiguen, han de comprarse en tantos duelos, fuerzas, lágrimas, hogueras y muertes.

El jefe del cuartelillo no se atrevía á registrar la iglesia, pero miraba de reojo á Mosén Jòrdi, un bendito capaz de permitir que escondiesen el tabaco en los altares á trueque de que le dejasen pescar en paz. Los ricos vivían con la espalda vuelta al pueblo, contemplando la extensión azul sobre la cual se arriesgaban las casas de madera que eran toda su fortuna.

Esperan como un alivio y un desahogo del terror que los oprime que se les mande echarse sobre el enemigo; lo harán pedazos, romperán la línea de bayonetas, a trueque de poner algo de por medio entre ellos y la imagen de Facundo, que los persigue como un fantasma airado. Como se ve, pues, campeaba de un lado el terror, del otro la anarquía.

Luz hallaba menos cargado de poesía este cuadro de la realidad que el otro de su fantasía; pero, en cambio, le parecía más substancioso, y por ello no se lamentaba del trueque.

El padre Bonnet, inspector en el estudio, mirábale desde lo alto de la tribuna, asombrado de tanta laboriosidad, creyendo tener ante los ojos la conversión de san Agustín o el trueque de Saulo en Pablo.

Era esta mujer capaz de comer suela de zapato a trueque de ahorrar un maravedí, y no ajena a su conversión una libra esterlina, o doblón de a cinco, que para el caso es igual. Si lo cobró y pudo coserlo en una media con otras economías anteriores, amargolo aquellos días en forma.

Bernardo cae sollozando sobre su cadáver, y llama á su madre, Jimena, al reanimarse, para que trueque con el muerto su anillo nupcial. Esta escena es la última de la comedia. Las doncellas de Simancas.

No se dejaba cabalgar de otro jinete que el príncipe, a la sazón Sultán; pero en trueque era la más dócil hacanea si alguna dama hermosa intentaba montarlo. Andaba tres farasangas de sol a sol; corría el doble que el corcel más corredor; en la arena dejaba atrás al camello más fuerte, y pasaba a nado el Guadalquivir en los días más iracundos de su tempestuosa soberbia.

Hízole a Leopoldina poquísima gracia la propuesta, pero érale imposible rehusar aquel pequeño servicio a la amiga generosa, en cuyo palco, coche y mesa, tenía un lugar siempre dispuesto; porque era Leopoldina de esas personas de clase inferior, entrometidas y gorronas, que sufren toda especie de molestias y desaires a trueque de aparecer a los ojos del vulgo, codeándose en todas partes con las primeras figuras de la moda y de la Grandeza.

Luego Rocafort, famoso por sus victorias; y aunque sin estos en nuestro campo habia muchos caballeros, y capitanes de nombre, que pudieran ocupar este puesto, habian todos perecido por la crueldad de Rocafort, que como á émulos y competidores les procuró siempre su perdicion; porque no hay razon que prevalezca en un hombre cuando se atraviesa la conservacion de un puesto grande, y los medios que pone para adquirille, y mantenelle, no repara en si son buenos, ó malos, á trueque de salir con su pretension.

Palabra del Dia

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