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Actualizado: 11 de junio de 2025
Además, sus arneses estaban cubiertos de perlas, de brillantes, de toda clase de pedrería rica, y cuidaban muy bien de no estropearlos, sabiendo que al final de su trote se los podrían llevar como un recuerdo. Yo tenía un gran látigo para arrearlas: un látigo de flores. Hay que ser galante con las damas... Sonrió irónicamente. Novoa volvió á ver su expresión rencorosa de misógino.
Ya se oía el rumor sordo y como subterráneo de las ruedas... el aliento fogoso de los caballos cansados... y, por fin, la voz chillona de Ripamilán.... Ahora callaban los del coche grande. La carretela iba a pasar junto al Magistral, que se apretó a la columna de hierro, para no ser visto. Pasó la carretela a trote largo. De Pas se hizo todo ojos.
El mestizo había estado adormecido hasta entonces, con el cigarro en la boca, sin enterarse de lo que acababa de ocurrir junto á su vehículo. Apenas salieron del pueblo, vió Elena á lo lejos el parque improvisado y la muchedumbre que rebullía en torno á él. Un jinete pasó al trote en dirección contraria, regresando del lugar de la fiesta, y se quitó el sombrero para saludarla.
¡Yo sé bien, sí, lo que hay en todo esto; lo que se necesita para mover los asuntos, son recomendaciones, cartitas, empeños ... y aceite para la máquina!... ¡Pero, déjese usted estar; yo veré al ministro y le contaré lo que pasa! ¡Se ponen ustedes a charlar y a tomar té, y no llevan los asuntos a la firma! ¡Ya verán ustedes el trote que les voy a meter!
En aquel momento se oyó el trote de un caballo que se detuvo á la puerta de la hostería, palideció el prudente Pelisier y se agazapó bajo la mesa, á tiempo que se oía la voz de Gualtero llamando á Roger. Dejó éste la venta con su compañero y pronto alcanzaron á los dos arqueros. Bonita manera de tratar al señor Bombardón de Pelisier, dijo Roger á Tristán con fingida severidad.
Era él, en efecto, y no tardó en adelantarse al trote, ordenando al cortejo que se detuviera en el camino. Me saludó con profundo respeto, pero la triste expresión de su semblante desapareció en una sonrisa al ver que Sarto llevaba la mano al pecho. También me sonreí yo, adivinando tan bien como Ruperto lo que el veterano ocultaba en el bolsillo del pecho.
Irse a su casa sin encontrarla y darse un buen trote con ella... a distancia de treinta pasos, dábale mucha tristeza. Pero al fin se hizo tan tarde y estaba tan fatigado, que no tuvo más remedio que coger el tranvía de Chamberí y retirarse. Llegó y se acostó, deseando apagar la luz para pensar sobre la almohada. Su espíritu estaba abatidísimo.
El animal rompió al trote; siguiéronla los otros, y toda la comitiva desapareció muy en breve detrás del ángulo del convento. El pobre padre tenía los brazos extendidos hacia su hija. ¡No la veré más! gritó sofocado, dejando caer el rostro en las gradas de la cruz. Los viajeros proseguían apresurando el trote.
En lo que se detuvo don Quijote en que Sancho subiese en el alcornoque, tomó el de los Espejos del campo lo que le pareció necesario; y, creyendo que lo mismo habría hecho don Quijote, sin esperar son de trompeta ni otra señal que los avisase, volvió las riendas a su caballo -que no era más ligero ni de mejor parecer que Rocinante-, y, a todo su correr, que era un mediano trote, iba a encontrar a su enemigo; pero, viéndole ocupado en la subida de Sancho, detuvo las riendas y paróse en la mitad de la carrera, de lo que el caballo quedó agradecidísimo, a causa que ya no podía moverse.
El trote de los cuatro caballos sonaba sobre las piedras de Souvigny. Bettina, hasta la salida de la ciudad, les hizo marchar pausadamente, pero en cuanto vio ante sí dos kilómetros de camino llano, sin subida ni bajada, dejó los poneys ponerse progresivamente a gran trote... y llevaban un trote infernal. ¡Oh! cuán feliz soy, Zuzie.
Palabra del Dia
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