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Actualizado: 11 de junio de 2025


Pero si va usted a coger una pulmonía.... Múdese usted.... Ahí habrá ropa.... No hubo modo de convencerle. Despídame usted de la Marquesa. En una carrera estoy en mi casa.... Y dejó el Vivero, no tan a escape como él hubiera querido, sino a un trote falso que poco a poco se fue convirtiendo en un paso menos que regular.

Por el camino preocupábanle las palabras de don Eugenio, la triste sonrisa con que había acompañado su última pregunta. Subió al trote la escalera de su casa, dando un vigoroso tirón a la campanilla. Abrió Visanteta, y al verle comenzó a darle explicaciones antes que él preguntase. Las señoritas habían salido; estaban en casa de «las magistradas». Bien; pero ¿y el señor Cuadros, no está aquí?

El favorito, Pablo, la sintió todo lo profundamente que él podía sentir algo en el mundo. Es fama que, algunos días después del suceso, vió al último potro que había comprado alcanzarse en el trote, y no le afectó gran cosa. Pero en quien hizo sobre todo aquella repentina muerte un efecto extraño y terrible, fué en Venturita.

Después de algunas palabras de vulgar despedida y de una significativa mirada en que puso la señora Miguelina una súplica de silencio, tomó el caballo el trote por el camino del estanque. El cielo estaba cubierto y una ligera neblina humedecía el rostro y las manos.

A solas con su amada, Tristán recuperó la tranquilidad que la presencia del marquesito del Lago turbaba y se dejó arrastrar dulcemente a una alegría que muy contadas veces había disfrutado. ¿Quieres que pongamos los caballos al trote? dijo Clara que veía con cierta inquietud acercarse rápidamente el sol a la tierra. ¿Para qué? Tiempo tendremos a galopar un poco cuando el sol se ponga dijo él.

Juzgándose bien vengado por aquel baño afrentoso, se volvió riendo hacia el sitio donde había dejado el caballo. Las muchachas ya no estaban allí. Desde que se vieron libres habían corrido desaladas hacia la población. Montó en su jaco y á trote corto caminó la vuelta de ella.

De vez en cuando, un conejo asomaba a la puerta del tugurio sus orejas desmayadas, huyendo con medroso trote a la más leve voz, temblándole el rabillo sobre las posaderas sedosas, y de las lejanas pocilgas llegaban ronquidos de fiera, revelando una lucha de empellones de grasa y mordiscos traidores en torno de los barreños de bazofia.

, aquel fue un día henchido de encanto, día admirable; y daría con gusto todo lo que me queda de vida, si pudiera volver a él. Y la noche... la veo todavía como si fuera hoy. Las ventanas estaban abiertas, los tallos flexibles de la viña virgen se mecían con el viento, y, desde muy lejos, un trote de caballos, un chasquido de lanzas y de sables llegaban hasta mis oídos.

A las seis y media de aquella misma tarde no se veía un solo carruaje en el Retiro ni en el Parque, y centenares de ellos, por el contrario, atravesaban al trote largo el Paseo de Recoletos, atestado ya de gente, y seguían en confuso remolino hacia la Fuente Castellana.

Pampita, ¿y no comemos? le preguntó don Casiano, interrumpiendo aquel soliloquio, cuya causa podía estar y no estar en la casual línea de luz del horizonte. , tata; ya mandé sacar repuso, dirigiéndose hacia el comedor, seguida de su padre. Camino del pueblo iba, entretanto, el break a largo trote, hablándose en él del tema obligado: la «Pampita».

Palabra del Dia

rigoleto

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