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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Sus lozanas mejillas habían perdido parte de su color y redondez, y los abundantes cabellos blancos no estaban revueltos como en otros tiempos, sino que se achataban sobre el cráneo, con indecible desolación. ¡Ah, mi pobre y bondadoso cura! Salté del tronco, corrí a la puerta, perdí mi sombrero en la carrera, y me precipité en el comedor, como una bomba. El cura se levantó sorprendido.

Arrancadas las grandes hojas, daba hachazos en el tronco caído, dividiéndolo en pedazos de dos palmos de largo; pero a costa de grandes esfuerzos, porque la corteza, aunque no gruesa, era durísima. Al fin logró dividir el tronco en ocho trozos. Ahora, la maza dijo el piloto, enjugándose el sudor de la frente . Hay que romper las raíces interiores.

En nuestros países civilizados el campesino se encarga de cortar las raíces á hachazos y llevarse el tronco del árbol limpiando el suelo hasta de sus más pequeños trozos.

Como la cosa pasó bajo secreto de confesión, no me creo autorizado para poner en letras de imprenta el nombre del pecador, tronco de una muy respetable y acaudalada familia de la república vecina. Todo lo que puedo decirte, lector, es que el comején de la excomunión traía en constante angustia a nuestro hombre.

Don José era bondadoso y reposado, D. Fadrique un diablo de travieso; pero D. José no atinaba hacerse querer, y D. Fadrique era amado con locura de ambas chachas, del feroz D. Diego y del ya citado P. Jacinto, quien apenas tendría treinta y seis años de edad cuando enseñaba la lengua de Cicerón á los dos pimpollos lozanos del glorioso y antiguo tronco de los López de Mendoza bermejinos.

Contaba con que su madre había de poner tachas a Luz tan pronto como conociera de qué tronco procedía, porque las tachas de este linaje eran la manía de la obcecada señora; pero en aquellas palabras, en aquella actitud, en la angustia bien visible de su padre, había mucho más que un resabio que se vence con la reflexión y la fuerza del cariño: había escollos infranqueables, simas negras en que ya se vela precipitado el pobre chico con la carga dulcísima de sus primaverales ilusiones.

Conosco, Señor, que yo no valgo la mayor parte del fauor y gracia que V. M.^d me hace y el Sennor Jacome Marenco, y mis demandas hallan en V. M.^d Este conoscimiento es el vltimo agradescimiento que puede prestar vn tronco tan inútil como yo. Quanto a la paga de la pension no cansaré a V. M.^d, pues lo escribo al Sennor de Villaroel.

El peligro era inminente; hallábase una de las ruedas traseras fuera del camino, sostenida sobre el precipicio tan sólo por el tronco de un roble inclinado, cuyas raíces se sentían crujir y ceder a cada momento, arrancando grandes pelotones de tierra... Un instante perdido, un solo movimiento de cualquiera de los espantados brutos, y coche, caballos y viajeros rodarían por el alto repecho de la cuesta, haciéndose trizas.

Garrote empezó por desperezarse, estirándose tanto que cada remo parecía dispuesto a arrancarse por mismo del tronco y a caer al suelo por los lados de la cama. Las contracciones de la cara y el crujir de huesos eran como si el hombre despertase, más que del sueño de una noche, de un encantamiento de siglos.

La servidumbre, antes de marcharse, lo había robado todo. Sonrió el gigante al ver en el suelo sus pantalones y su chaqueta. Pero su satisfacción aún fué más grande al encontrar apoyado en la mesa el enorme tronco arrancado por él de la selva de los emperadores.

Palabra del Dia

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