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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Desde entonces ya no bramó el tigre; acercábase a saltos, y en un abrir y cerrar de ojos sus poderosas manos estaban apoyándose a dos varas del suelo sobre el delgado tronco, al que comunicaban un temblor convulsivo que iba a obrar sobre los nervios del mal seguro gaucho.

La travesía no ofrece peligro alguno, porque el tronco es ancho y en caso de necesidad, se puede pasar resbalando con ayuda de las manos; pero es preferible pasar á la orilla opuesta conservando la posición vertical sirviéndose de los brazos como de un balancín.

En otra parte, un tronco se ha atravesado en el cauce, deteniendo como un dique todas las maderas que bajan. Se forma una presa, presa irregular y graciosa que aumenta sin cesar con todos los troncos que arrastra la corriente. Allí es donde los conductores del convoy tienen que desafiar la muerte cara á cara.

Fernanda se agarró con mano crispada al tronco de una magnolia. A la vuelta era Amalia quien hablaba. No es verdad eso. Ya te he dicho que para siempre hay un punto negro. Por más que pretendo forjarme la ilusión de ser la primera... ¡La primera y la última! Yo no amaré a otra mujer más que a ti. No sabes los celos que tengo del pasado. Cada día más. Di la verdad: ¿la has querido o no? No.

Un mono grande, viejo como alano, Estaba á la cuadrilla predicando: Heria y apuntaba con la mano, Mudando el tono á veces, y gritando: El auditorio estaba por el llano, Atento á maravilla y escuchando, Y él subido en un alto y seco tronco, De dar gritos y voces está ronco.

La mujer de don Baldomero I y la del difunto Arnaiz eran primas segundas, floridas ramas de aquel nudoso tronco, de aquel albardero de la calle de Toledo, cuya historia sabía tan bien el gordo Arnaiz.

«El Barang ó Zarzaparrilla, tomando el cocimiento de su tronco en agua de tiempo sirva para purificar la sangre.

El bandido le estaría mirando tal vez por algún agujero; tal vez preparaba su escopeta para dispararla traidoramente desde uno de los ventanillos altos; ó instintivamente, con esa previsión moruna atenta á suponer en el enemigo toda clase de malas artes, resguardó su cuerpo con el tronco de una higuera gigantesca que sombreaba la barraca de Pimentó.

Así, cortado el tronco, se secan las ramas del árbol, un tiempo verdes, abandonadas sobre la tierra. ¡Pero los libros de don Manuel no! esos no se tocaban: nada más que a sacudirlos, en la piececita que les destinó en la casa pobrísima que tomó luego, permitía la señora que entrasen una vez al mes.

Pero allí estaba Ester, vestida con su traje de pardo color, de pie todavía junto al tronco del árbol que algún viento tempestuoso derrumbó en tiempos inmemoriales, todo cubierto de musgo, para que esos dos seres predestinados, con el alma abrumada de pesar, pudieran sentarse allí juntos y encontrar una sola hora de descanso y solaz.

Palabra del Dia

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