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Actualizado: 21 de octubre de 2025
¡21 de octubre!... ¡aniversario del nacimiento de mi hijo primero!... me encuentro sola y deseo consagrar este día a las reflexiones que me alientan y fortifican contra la muerte. ¡Cuántas vueltas y revueltas tengo dadas durante mi vida, en estos mis paseos, meditando, con el rosario en la mano unas veces, y otras, plegadas ambas manos, cuando nadie de la casa podía verme, rogando o meditando arrodillada en la hierba! ¡Ay, Dios mío! ¡lo que hubiera pasado por mí, durante mis tribulaciones exteriores e interiores, sin la caritativa bondad de Dios y si su imagen divina no se me hubiese presentado en mis pensamientos y no me los hubiese sugerido más santos y más consoladores que los míos, no es posible adivinarlo!
3 Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y la caridad de todos y cada uno de vosotros abunda entre vosotros; 4 tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las Iglesias de Dios, de vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que sufrís;
¡Eso me parece muy natural! ¡Ah!... ¡Sí!... «¡muy natural!» Llevarme tribulaciones, angustias, conflictos de todo género, para que yo los consolase o los arreglara y el día que me tocaba quejarme a mí, encontrarme solo entre las cuatro paredes de mi cuarto. ¡Pero tú no puedes decir eso, Melchor! ¡Tú menos que nadie! ¡Bah!... Con excepción de Ricardo y de ti, ¿dime? ¿cuáles son mis amigos ahora?
Dejando a su madre lamentarse inútilmente o mecerse en peligrosas quimeras, puso sin tardar manos a la obra, apeló a sus relaciones, multiplicó los pasos, pidió poco para obtener algo, y, después de tribulaciones, decepciones y penas que hubieran desanimado a un alma menos valiente, fue nombrada para ese humilde puesto objeto de su ambición. ¡Era la salvación!
3 para que nadie se mueva en estas tribulaciones; porque vosotros sabéis que nosotros somos puestos para esto. 4 Que aun estando con vosotros, os predecíamos que habíamos de pasar tribulaciones, como ha acontecido y lo sabéis. 5 Por lo cual, también yo, no esperando más, he enviado a reconocer vuestra fe, no sea que os haya tentado el Tentador, y que nuestro trabajo haya sido en vano.
22 Y ahora, he aquí, que yo atado del Espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; 23 mas que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que prisiones y tribulaciones me esperan.
¿Cómo podían sospecharse en la clase sus pasadas tribulaciones domésticas?... ¡Ah, sí!... ¡Ya lo recordaba!... Habiéndole visto un domingo el alumno Mario Aguilar de paseo con su hija, díjole zumbonamente el lunes, cuando iba a dictar su curso: ¡Lo felicitamos, monsieur Jaccotot!... Ya lo vimos ayer paseando con una linda rubia...
Pero su naturaleza era de carne mortal, y sus hijos pedazos de sus entrañas, y tenía que dolerle mucho allí cuando se las desgarraban fibra a fibra. Dios no pedía cuentas de estas tribulaciones a sus criaturas.
Lo que faltaba de ella hasta la exactitud, me la dio al otro día la enferma diciéndome que deseaba «hablar con su confesor». ¡Temió la inocente que me pareciera demasiado oírla decir que «quería confesarse»! » Y vino el confesor poco después. ¡La nota triste que faltaba en el cuadro de mis tribulaciones! »Sin salir el cura de la habitación de Luz, llegó el médico.
Leyó monsieur Jaccotot los epígrafes de «Capítulo primero, Tribulaciones de un marido en Francia», y se enrojeció hasta la calva... En efecto, él había sido un marido desgraciado en Francia. Por eso había tenido que abandonar allí su posición universitaria; por eso, absolutamente incapaz para los negocios, veíase obligado a enseñar aquí en un colegio particular...
Palabra del Dia
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