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Actualizado: 30 de abril de 2025


Contentóse con arrojar á la tertulia una profunda mirada de desprecio, y tomando el sombrero salió de la trastienda y de la tienda sin percatarse de la sorpresa de los circunstantes. Una vez en la calle detuvo el paso, y volviendo la vista atrás murmuró: Al fin no pudo desmentir su casta... ¡Su casta de villanos! añadió con acento más colérico. Su cólera cedió, no obstante, muy pronto.

Se comprende: ¿qué figura quieren ustedes que haga toda esa gente salida, la mayor parte, de una trastienda?

El rapacejo penetró por la trastienda y volvió a salir en un momento, con una criatura de unos siete años. Belarmino la tomó en brazos: ¿Quieres a tu padre? , quiero respondió la preciosa chiquilla. ¿Mucho? Mucho, mucho.

Pues ¡cuantos no había detrás de las vidrieras en las casas inmediatas, mirándole y admirándole? Y en estas ilusiones, media hora larga; y la gente en la iglesia. En esto apareció Leto en la bocacalle inmediata a la botica. Se le pasó la de ocho corriendo el temporal desaforado en el cuartuco de la trastienda.

Rufina había sacado todas las capacidades domésticas de su madre, y gobernaba el hogar casi tan bien como ella. Claro que no tenía el alto tino de los negocios, ni la consumada trastienda, ni el golpe de vista, ni otras aptitudes entre morales y olfativas de aquella insigne matrona; pero en formalidad, en honesta compostura y buen parecer, ninguna chica de su edad le echaba el pie adelante.

Así que echaba a un lado esta tarea metíase en la trastienda oscura, grasienta, pringosa, con un olor a hojaldre que derribaba, y sentándose a una mesa que correspondía en un todo al decorado del recinto, se ponía a jugar la copa de Jerez y los pasteles al dominó con su íntimo amigo D. Baltasar Reinoso, uno de los muchos propietarios de cuatro o cinco mil pesetas de renta que residían en Lancia.

¿Ni siquiera me dejará usted que la bese, como la besa un compañero en escena? Bueno; me besará usted la mano, y entendiendo que el beso no tiene importancia ni trastienda de ninguna clase. Quiere decir que la besaré a usted como los chicos besaban antes la mano a los curas. Igualito.

Subió luego al piso principal a ver a una anciana, madre de la célebre modista Eponina. Esta era una habilidosa francesa de mucha labia y trastienda, que en pocos años había hecho gran clientela. La vecindad fue causa de que Eponina y Emilia entablaran amistad. Algunas noches bajaba la francesa a casa del ortopedista, y otras los de Castaño subían al taller de modas.

Por más que Isidora reconociera la importancia moral de aquella casa, no podía remediar que le fueran antipáticos el establecimiento, la tienda, llena de feísimos objetos, la trastienda donde trabajaban Rafael y sus oficiales, y la vivienda toda, honrada, virtuosísima, modelo de dignidad, de laboriosidad y de cristianismo, pero impregnada de un cierto olor de badana cruda, con malas luces y ruidos de taller.

sabes bastante, y con un poco de trastienda y otro poco de farsa y mucho anuncio, mucho anuncio, negocio hecho. Créeme, yo te ayudaría». No crea usted, tía, yo también he pensado en eso. Ayer se me ocurría una aplicación del hierro dializado a sin fin de medicamentos... Creo que encontraría una fórmula nueva. Estas cosas, hijo, o se hacen en gordo o no se hacen.

Palabra del Dia

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