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Actualizado: 24 de junio de 2025
¡Pobre diablo! exclamó . A pesar suyo, la nariz se le volvía hacia la olla... Tiene el estómago vacío..., los dientes le crujen de miseria... Y, sin embargo, la locura es más fuerte que el frío y el hambre. ¡Oh, qué miedo he tenido! dijo Luisa. Vamos, vamos, hija mía, tranquilízate... Ya se ha ido... A pesar de su locura, le parece que eres bonita; no debes asustarte de esto.
Tranquilízate dijo Lázaro, viendo en el tono de su amiga los síntomas de un nuevo delirio. Ya no volverás á casa de esas fieras. Yo estoy aquí; tú te has creído abandonada, mientras yo existía. No sé si tengo la culpa de, esto; si la tengo, descuida, que sabré remediarlo. ¡Y yo que no he vivido sino por ti, que te he tenido por guía y por inspiración de todos mis actos!
Tranquilízate; Quilito está en su cuarto... Yo no quería darte este disgusto, me hubiera callado, pero se trata de algo tan grave, tan grave que... mira, Pablo, no hay otro remedio, no lo hay, aunque te rompas la cabeza buscándolo... Es una humillación para nosotros, lo comprendo, pero, ¿qué hacer, cuando la honra y la vida de Quilito están de por medio?
¡Ah, Marta, querida Marta, perdóname! suplicó la joven asustada echando los brazos al cuello de su aya y poniéndose a llorar sobre su pecho . He hecho mal. Seréis despedida, y yo moriré de pena y de dolor. No, no; tranquilízate, querida Elena dijo la viuda prodigándole sus caricias para calmarla . Habla. ¿Qué ha sucedido? Federico, Federico estuvo en el jardín...
¡Pero eso es propio de las mujeres! exclamó el contrabandista . Hexe-Baizel lo hará tan bien como yo. ¡Cómo! ¿Yo no he de disparar un solo tiro? Tranquilízate, Marcos respondió Hullin riendo ; no te faltará ocasión de tirar cuanto quieras. En primer lugar, el Falkenstein es el centro de nuestra línea, nuestro depósito y nuestro punto de retirada en caso de contratiempo.
¡Ah! señora, perdonad... pero... permítame vuestra majestad que vaya al momento... le he creído perdido... son esos hombres tan infames... y... ¡le amo tanto! Espera, espera... serénate, tranquilízate, Clara, amiga mía: no ves que yo me sonrío, que estoy contenta. ¿Cómo podía estarlo si te amenazase una desgracia? ¡No corre peligro su vida! No, ni mucho menos... Y entonces, ¿qué hay que temer?
Palabra del Dia
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