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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Nada, en efecto, podía lisonjear más a Juno que el que Júpiter la dijese que ella tenía mayor poder que las otras para emocionarle. Algo de esto, ya que el corazón es el mismo siempre, se realizaba en el de doña Luz, sin necesidad de que D. Jaime trajese a cuento sus pasadas conquistas, imitando la desvergüenza patriarcal del hijo de Saturno.
Que no tiene temor que nadie entrase En su tierra, por fuerza que trajese, Que de ánimos constantes tiene un muro, Y fuerza, con que vive muy seguro.
Páseme a pensar qué haría y parescióme esperar a mi amo hasta que el día demediase y si viniese y por ventura trajese algo que comiésemos; mas en vano fué mi experiencia. Desque vi ser las dos y no venía y la hambre me aquejaba, cierro mi puerta y pongo la llave do mandó y tornóme a mi menester.
Arrojó la montera al tendido, y las manos se abalanzaron unas contra otras, luchando por atrapar el sagrado depósito. Gallardo hizo seña al Nacional para que con un capeo oportuno trajese el toro hacia él.
17 Y Pablo, llamando a uno de los centuriones, dice: Lleva a este joven al tribuno, porque tiene cierto aviso que darle. 18 El entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo, llamándome, me rogó que trajese a ti este joven, que tiene algo que hablarte.
El cabildo la celebró mucho y mandó que el dia 21, fiesta de S. Benito, se trajese en procesion la Bula desde el Salvador por los beneficiados y religiosos de S. Pablo, S. Francisco, Trinidad, S. Agustin, Merced, y S. Acisclo y Victoria; y que el cabildo saliese á la puerta del Perdon á recibirla; pero que si no venian las seis religiones en la procesion, solo saliese hasta el arco que dá al patio de los Naranjos.
Le gustaba lucirse los domingos en el pueblo; pero no le gustaba menos los días de labor marchar en el pescante por la carretera restallando el látigo, entrar en las ventas del camino, contar y oir historias y llevar encargos. La señora de Ohando y Catalina se los hacían con mucha frecuencia, y le recomendaban que les trajese de Francia telas, puntillas y algunas veces alhajas.
El hombre estaba muy contento y dispuso ir al puerto donde estaba el barco y preguntó a sus hijas qué querían que les trajese. A mí, un vestido de seda, dijo la mayor. Y a mí, dijo la segunda, un pañuelo bordado. 20 ¿Y tú, qué quieres? dijo a la hija menor. Yo quiero una flor de lis del huerto que encuentre Vd. en el camino. Se fue mi hombre, llegó al puerto y vendió el cargamento.
Al entrar en el soportal de una calle estrecha y solitaria, el caballero apretó el paso y las mujeres lo aflojaron, de suerte que muy presto se juntaron. El caballero se dirigió a María y le dijo gravemente en voz baja: Señorita, esta noche llegué de donde usted sabe. He pedido a Dios que le trajese a usted bueno, don César. Gracias, gracias. ¿Ha terminado usted de bordar el estandarte?
No. ¿Mandaba ella a Quintanar que le trajese? No. Pues bastaba. Obrar de otro modo hubiera sido alarmar al esposo sin motivo, infundir sospechas sin fundamento, tal vez robar a don Víctor para siempre la paz del alma. Lo mejor era callar, estar alerta, y... gozar la tibia llama de la pasión de soslayo; que con ser poco tal calor era la más viva hoguera a que ella se había arrimado en su vida».
Palabra del Dia
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