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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Se tomaron acuerdos en 6 de Junio y 6 de Julio para que los escribanos del Cabildo no recibiesen carta ninguna dirigida á la ciudad, si en el sobrescrito no dijese «a la muy noble y muy leal ciudad» y á la persona que trajese las cartas sin este requisito se les devolviesen sin abrir.

Era el chocolate: el gran regalo de la gente gitana, su licor y su alimento. Los pequeñuelos, con la esperanza de que la madre trajese al anochecer una enorme cantidad de callardó, la saludaban desde lejos. Adiós, mi dai.

Hizo que le escribiesen a la Habana, sin poner señas a la carta porque no las sabía; procuró informarse si le habían visto, aunque sin resultado; y todos los días se pasaba algunas horas pidiendo a Dios de rodillas que le trajese en su auxilio.

En octubre de 1615 trasladóse la corte a Burgos, donde se celebraron, por poder, los matrimonios de la infanta doña Ana de Austria, hija de Felipe III, con Luis XIII de Francia, y el de Isabel de Borbón, hermana del Rey de Francia, con el Príncipe de Asturias. El Duque de Lerma fué enviado por el Rey para que acompañara a doña Ana hasta el Bidasoa y trajese desde allí a doña Isabel.

Y la vieja, con la inquietud del miedo, temiendo que le arrebatasen aquellas riquezas, a las que amaba como su propia vida, desapareció en el túnel oprimiendo entre sus brazos el blanco envoltorio. Se había despedido de Isidro apresuradamente. ¡Que le trajese el biznieto apenas naciera! Se contentaba con verlo una vez, y luego morir, dejándole sus riquezas.

Los catecúmenos que me trajese de por allá, sería menester que estuvieran a respetable distancia para que no me inficionasen, y éstos de por acá me olerían a rosas del paraíso, y vendrían a ponerse sobre mis rodillas, y jugarían conmigo, y me besarían, y me llamarían abuelito, y me darían palmaditas en la calva, que ya voy teniendo. ¿Qué quieres?

Está bien, mi general. Cuando el comandante Ramírez, después de hacer su saludo, salía por la puerta del despacho, el brigadier volvió a llamarle. Oiga usted, Ramírez, ¿cómo le he dicho que trajese a los presos? Amarrados codo con codo, mi general. Perfectamente. Vaya usted con Dios.

Pareciome el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él y lleno de lástima, traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse. Admirole la proposición, y fue preciso explicarme más claro.

Ella, como las otras jóvenes de su clase, veía en la unión con el hombre un medio de independencia, sin que el corazón llegara á interesarse. Iría á administrar otro hogar, como su madre dirigía el suyo: á cuidar á un marido que trajese dinero á casa, y alguna vez, abandonando los negocios, entrara un momento en su salón.

Algo pudiera haber de todo. Lo cierto es que no iba jamás á Langreo ó á las ferias de Oviedo con ganado que no trajese en las alforjas algún pañuelo ó pendientes ó sarta de corales para su hija idolatrada. Y es lo curioso que aunque siempre compraba lo más lindo y magnífico que el comerciante le presentaba, á la tía Felicia nunca le parecía el regalo bastante rico.

Palabra del Dia

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