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Actualizado: 22 de junio de 2025
Quedan todavía muchos de ellos sin haber llenado su objeto según confesión de un vástago de aquella noble cepa tutora a causa de la muerte prematura. Su obra se reciente de método. El trajín de la lucha cotidiana le impidió el reposo y la serenidad, tan necesarias a las especulaciones del espíritu.
¿Parece que a ustedes no los ha dejado satisfechos la fiesta? dijo de pronto Melchor al terminar la comida. ¿Cómo no?... repuso Ricardo, hemos asistido a un espectáculo muy interesante; yo no hablo mucho porque estoy cansado con el galopón de esta mañana y el trajín de todo el día. ¿Y tú?
No sé contestó la batelera con no menos asombro. Otro toque contestó al primero desde la opuesta orilla. Oyéronse después voces de mando y ruido de pasos a la carrera. Boga, boga de prisa, a ver qué diablos significa ese trajín dijo Miguel. Úrsula obedeció, y no tardaron muchos minutos en llegar cerca de tierra.
Había un trajín impaciente de muebles en habitaciones, y cada vez que la madre y la hija se encontraban en medio de tal jaleo, reñían y se increpaban, porque Narcisa, celosa siempre del hermano buen mozo y seductor, opinaba que aquellos eran demasiados preparativos para recibirle, y protestaba con satíricas frases de aquella revolución inusitada. En esto llegó Andrés.
A la hora de vestirse, la emoción crecía, la memoria se le embrollaba más, y los nervios, vibrantes y desconcertados, no le permitían ejecutar obra alguna con acierto, ni cortar lo más sencillo por donde señalaba. Pero ¿qué había de sucederle con el trajín de tantas horas y las preocupaciones de tantos días, que le habían puesto la cabeza como una zambomba en ejercicio?
Mi señora quería hacer obra, obra grande; tirar tabiques, reformar muchas cosas, tapizar luego habitaciones... un trajín de todos los diablos; y, por otra parte, no quería renunciar al viaje, cuestión de salud. Tenemos un administrador viejecito, un buen señor, pero con tantos años sobre sí, que no sirve para nada. En una palabra, hacía falta que se quedara alguien con él.
Allá, a lo lejos, los ojos del joven columbraron un grupo de chimeneas altas y delgadas como los mástiles de un buque y adornadas de blancos y negros y flotantes penachos de humo. En torno suyo, una población cuya magnitud no pudo medir entonces. Era la metalúrgica y carbonífera villa de Lada. Mucho humo, mucho trajín industrial, mucho estrépito, muchas pilas de carbón, muchos rostros ahumados.
José Martí, por Román Vélez Le conocí y traté en New York el año de 1891. Me consagró su amistad. La amistad es la única rosa que no tiene espinas. La única fuente arrulladora que no tiene lodo. Fui su amigo en el trajín social de pocos meses. Soy su amigo perdurable por el recuerdo y la memoria.
Hoy se entregaban a un calavera rico, mañana a un señorito achulado, tal noche a un marido ajeno, tal otra a un pollancón estúpido; y total, alguna cena, algún traje, desempeñar a costa de uno lo que había de lucir con otro, y a la postre el rostro ajado y la juventud malbaratada: vida de moza mesonera, trajín constante, pocas propinas y vejez: mendiga.
La madre, rendida por los largos paseos que se daba para ir casi diariamente a la Limosna, hacía de mala gana la cena en las primeras horas de la noche y se acostaba, ansiosa de madrugar y oír misa tempranito; de modo que, obligada Leocadia a soportar el trajín y los quehaceres de la casa, todo lo descuidaba.
Palabra del Dia
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