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Actualizado: 20 de junio de 2025
¡María Santísima! Todavía no me había yo enterado de lo bonita que soy. Donzellas tudas, invidia de ti tenier ellas... Hiciéronte manos Dios con regocijación. Loan ti ángeles con cítara. ¡San Antonio bendito!... Si quieres que te crea todas esas cosas, me has de hacer un favor: comer lo que te traigo. Después que tengas llena la barriga hablaremos, pues ahora no estás en tus cabales».
Grandes noticias, grandes noticias traigo, Sr. D. Gonzalo Fernández de Córdova exclamó desde la puerta . Aguárdense todos, si quieren saber la verdad pura. ¿Pero se van estas niñas? ¿Por qué me tienen miedo? ¿Y usted, D. Roque, no quiere escuchar?... Vayan noramala, pues, y ustedes se lo pierden, por que no saben lo que ocurre... La lanza, señor Fernández, tome usted al punto la lanza, y prepárese al combate, porque se acerca lo tremendo, y ahora verá quiénes son buenos patriotas y quiénes no lo son.
La ocupación de mis negocios es tan grande que no tengo lugar para rascarme la cabeza, ni aun para cortarme las uñas; y así, las traigo tan crecidas cual Dios lo remedie.
¿Qué es esto, Teresa Panza? ¿Qué locuras son éstas, y qué papeles son ésos? -No es otra la locura sino que éstas son cartas de duquesas y de gobernadores, y estos que traigo al cuello son corales finos; las avemarías y los padres nuestros son de oro de martillo, y yo soy gobernadora. -De Dios en ayuso, no os entendemos, Teresa, ni sabemos lo que os decís.
Fiambreras traigo, y esta bota colgando del arzón de la silla, por sí o por no; y es tan devota mía y quiérola tanto, que pocos ratos se pasan sin que la dé mil besos y mil abrazos.
Acepte usted, pues, señor duque, y no desprecie a la fortuna. ¡Cómo! yo le traigo a usted en mis manos la salud para la señora duquesa, el bienestar para usted y un fin dulce y tranquilo para la pobre niña que se extingue entre privaciones de todas clases; levanto su casa que se derrumba entre el polvo; le doy un nieto ya criado, un niño magnífico que podrá unir su nombre de usted al de su padre, y todo eso, ¿a qué precio?
Solamente el Himno Nacional tiene notas comparables a las que yo encontré en esta frase sencilla me pareció ver el sol dentro de aquel salón oscuro. ¡Traigo esta carta para Usía...; es de mi coronel! Rompió la cubierta, tomó la cartulina que contenía y luego de recorrerla, exclamó: ¡Diez años de servicio sin un arresto, y dos ascensos por acción de mérito!... ¿Qué es lo que desea, sargento?
¿Está usted bien seguro de que es a mi hija a quien viene usted a prender? Sí, señor, traigo orden de prender a la señorita doña María Elorza. Ruego a usted que me la entregue sin pérdida de tiempo. Aquí está dijo María saliendo del hueco del balcón y avanzando hacia el jefe de los esbirros.
Si quisieras acompañarme... ¡Diantre con el niño, y si supiera él qué buenas noticias le traigo, cómo se apresuraría a venir a mi encuentro! ¿Qué noticias, Sr. D. Francisco? ¿Se pueden saber? pregunté, disponiéndome a acompañar al ayo por el campo de batalla. ¡Noticias estupendas y que le harán saltar de gozo!
En esto estábamos, cuando vino uno con sus botas de camino y su vestido pardo, con un sombrero prendidas las faldas por los dos lados. Supo mi venida de los demás y hablóme con mucho afecto. No pude tener la risa, y él, con gran disimulación, dijo: -Haráse a las armas, y no se reirá. Yo apostaré que no sabe por qué traigo este sombrero con la falda presa arriba.
Palabra del Dia
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