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Actualizado: 19 de julio de 2025


Preocupábame mucho de la impresión que iba a producirle, pues tenía perfecta conciencia de que el vestido negro y el original sombrero con que me había ataviado Susana, eran muy ridículos. Este desgraciado sombrero me causaba verdaderas torturas, es decir, torturas morales.

Si en Madrid se supiesen ciertos pormenores, si en rápida visión pudiesen ofrecerse a los ojos de la sociedad elegante algunas escenas por las que aquella altiva y encopetada dama pasó, pocos envidiarían su existencia. ¡Qué torturas, qué refinamientos de crueldad! A los cuatro o cinco años ya estaba obligada a ser la vigilante guardadora de otros dos hermanitos.

Difícil es reñirte, Reina; como la anguila, te escurres entre los dedos. Pero a pesar de todo, te aseguro, que si no me obedeces no te dejaré ir más a ninguna tertulia. ¡Oh, si hicieseis semejante cosa, mereceríais las torturas de la Inquisición! Como la Inquisición está abolida no se me torturará; pero tu me obedecerás, tenlo por cierto.

Rimar todo un poema entero de dolores, cruzar todo un sendero sembrado de amarguras, y, entre penas y llantos y amargos sinsabores, gustar de un trago toda la hiel de las torturas. Y si el vivir es sólo sinónimo de pena, ¿por qué nos crió el hado y luego nos condena a una existencia triste, penosa y dolorida?

No le faltaban elementos por su conocimiento de la realidad del mundo y sus pasiones, anhelos y torturas; le sobraba fantasía para hacerla resaltar; espléndido lenguaje con que exponerla.

En medio de las torturas del hambre pasó aquel día, que era el que hacía diez y nueve de la llegada de los guerrilleros al Falkenstein. Todos permanecían silenciosos, sentados en el suelo, los rostros demacrados y entregados a una especie de sueño sin fin.

Aquí, se decía para sus adentros, cometí mi falta, y aquí debe efectuarse mi castigo terrenal; y quizás de este modo las torturas de su diaria ignominia purificarán al fin su alma, dotándola de una nueva pureza en cambio de la que había perdido, más sagrada puesto que sería el resultado del martirio. De consiguiente Ester no se movió de allí.

«Y oyes sus sollozos continuaba una voz dentro de , y la dejas presa de sus torturas mientras que te deleitas pensando en que tienes un secreto con él, con él, que pertenece sólo a ella

Y cada una de sus llamas lo incita al odio, cada chispa hace estremecer su alma con las torturas de los celos, cada rayo le atraviesa el corazón con un sentimiento de terror y de remordimiento... Gertrudis se ha echado de bruces en el suelo, y llora, llora amargamente... Con la frente inclinada y las manos juntas, él contempla fijamente el cuerpo encantador que yace delante de él, sumido en la desesperación.

Basilio, sin saludar, avanzó lentamente y en voz que hizo estremecerse al joyero, dijo: Señor Simoun, he sido mal hijo y mal hermano; he olvidado el asesinato del uno y las torturas de la otra ¡y Dios me ha castigado! Ahora no me queda más que una voluntad para devolver mal por mal, crímen por crímen, ¡violencia por violencia! Simoun le escuchaba silencioso.

Palabra del Dia

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