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Actualizado: 10 de junio de 2025


No se sabía ciertamente cuál de las amigas despachaba más: en cambio, a su lado, encaramada sobre un almohadón, había una aprendiza, niña de ocho años, que con sus deditos amorcillados y torpes apenas lograba en una hora liar media docena de papeles.

Entre el algecireño y la chiquilla la vistieron de mala manera, y con la prisa le ponían la ropa del revés. La señora se impacientaba, llamándoles torpes y dando pataditas.

El y Fernando se saludaron como si la víspera se hubieran visto. El marino se contentó con decir: Estás viejo, hombre.... Andrés le atravesó con sus ojos bizcos, inexpresivos y torpes, y dijo un poco sarcástico: estás más joven. Se volvieron la espalda. Fernando cantaba una barcarola. Andrés buscaba a su madre para pedirle dinero.

Castelli, Rico y Olmos Al frente de sus bravos A los torpes esclavos Prometen humillar. Y en alto los aceros Al combate! gritaron, Y al combate volaron Al son de himno triunfal. En su entusiasmo de héroes, En sus nobles facciones, Conoceis los campeones De Salta y de Maipú?

Nadie que esté en su juicio, por fervoroso cristiano o por tremendo revolucionario que sea, ha desconocido jamás la desigualdad de los hombres, ni ha dejado de advertir las diferencias que hay entre ellos, porque unos son bajos y altos otros; débiles unos, y otros fuertes; algunos listos, y torpes muchísimos; y en lo tocante a inteligencia, agilidad y natural disposición para diversos oficios, artes y menesteres, se dan y se darán siempre escalas de muchísimos grados.

Dos criados jóvenes, dos muchachos italianos, imberbes y de ademanes torpes, vestidos con unos fracs que les venían algo grandes, sirvieron los postres del almuerzo, bajo la mirada autoritaria de Toledo. Este examinaba igualmente la mesa y los tres convidados, como si temiera notar de pronto un olvido, algo que demostrase la improvisación del almuerzo.

Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener, el que la tuviere, a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias, o en comedias alegres y artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran.

De aquí se deduce que podrían ser permitidas, si hubieran de desempeñarse por mujeres feas, torpes y mal vestidas, que ni saben bailar, ni cantar, ni siquiera declamar como deben, puesto que sólo es posible que haya buenos versos cuando el brillo y aparato de lo representado lo exige imperiosamente. Pero entonces, ¿qué actrices habían de ser esas?

De pronto oyeron en la escalera los pasos de su padre, torpes y vacilantes, como los de un beodo. Rosa se estremeció. Quiso ocultarse en su cuarto; pero antes de que pudiese hacerlo, ya el bárbaro molinero había caído sobre ella, mudo y rabioso como un tigre. La arrojó al suelo y empezó a darle tremendos golpes con una gruesa vara de fresno.

Sigue siendo joven en la voz, en los ojos, en sus ademanes vivaces y torpes, pero va disfrazado de anciano. Este se alegra más que los otros de ver al príncipe. No cesa de alabar á la casualidad, que ha hecho venir á Lubimoff y que acaba de hacerle encontrar á don Marcos. Si tarda usted dos días, príncipe, no tengo el placer de verle. Me voy á mi tierra pasado mañana.

Palabra del Dia

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