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Actualizado: 5 de junio de 2025
Cuando se presiente un terremoto, hay que huir de los grandes edificios, así como en los días de tormenta no debe guarecerse uno bajo los grandes árboles; son los puntos más expuestos, señor Rocchio, ¿estamos? Al italiano se le secó la garganta otra vez; don Raimundo movía la nariz, con una expresión tan singular en su grotesca fisonomía, que no se sabía si hablaba de burlas o de veras.
Los niños salen de la casa para recibir la lluvia sobre sus cuerpos desnudos y se bañan en las charcas lanzando gritos de alegría; los adultos esperan impacientes el final de la tormenta para salir al aire libre y gozar del contacto con las moléculas húmedas que flotan todavía en la atmósfera.
Así, cuando la tormenta pasa, el gaucho se queda triste, pensativo, serio, y la sucesión de luz y tinieblas se continúa en su imaginación, del mismo modo que cuando miramos fijamente el sol nos queda por largo tiempo su disco en la retina.
Ya no quedaban sobre el agua hombres de oficio; ahora el mar era de los fogoneros. En los días tempestuosos del invierno, siempre le veían en la playa con la nariz palpitante, olfateando la tormenta, como si aún estuviera sobre cubierta preparándose a resistir el tiempo.
Que aunque el hado feroz su muerte ordene, El modo no ha de ser á tu contento, Que muchas muertes el morir contiene. Turbóse en esto el liquido elemento, De nuevo renovóse la tormenta, Sopló mas vivo y mas apriesa el viento. La hambrienta mesnada, y no sedienta, Se rinde al uracan recien venido, Y por mas no penar muere contenta.
¡Caramelos! ¿Acabarás hoy? ¡Qué tormenta se prepara, María Santísima! ¡Qué viento... qué viento! Atiéndame, que esto no lo dicen ellos, sino Barbacana. Que esa persona de la casa Primitivo, vamos nos va a hacer una perrería gorda en la elección. ¿Eeeh? ¿Tú seque chocheas? Para, mula, a ver si oigo mejor. ¿Que Primitivo...?
Lo ocurrido aquella mañana en la casa, a que se había referido Susana en su conversación con el filósofo, fué lo siguiente: Que misia Gregoria, escamadísima con el teje maneje que se traía su marido, provocó una explicación, que degeneró en tormenta, a causa de lo que se dirá después.
Su Alteza, que era de humor guerrero, levantó inmediatamente esta pared antes de abrir los cimientos de la «villa». Como usted puede ver desde aquí, los viejos, para entrar en su propiedad, sólo podían hacerlo por el borde de la playa, y en días de tormenta hay que meterse en las olas hasta las rodillas.
Hay circunstancias en la vida en que un consejo dado con oportunidad puede sacarnos de un serio conflicto. Yo me encuentro, por desgracia, en una situación bastante apurada, y pienso que ninguna persona mejor que usted puede serenar la tormenta que me amenaza. Vamos, vamos... Al parecer se trata de un caso de conciencia, ¿no es así? Algo de eso.
Se hablaba alto en las filas. ¡De prisa, de prisa! se oía a cada paso. Algunos se permitían decir chistes alusivos a la tormenta. En el duelo había más circunspección, pero todos convenían en la necesidad de apretar el paso. Aquel furor de los elementos despertó muchas preocupaciones taciturnas.
Palabra del Dia
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