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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Lo que el uno apreciaba con admirable tino, el otro lo juzgaba disparatando; lo que uno miraba como inestimable tesoro, considerábalo el otro cual miserable bagatela. ¿Y esto porqué? ¿Cómo es que grandes pensadores discuerden hasta tal punto? ¿Cómo es que las verdades no se presenten á los ojos de todos de una misma manera?
Las gentes aterradas se dieron a huir sin tino, unos hácia el presbiterio, otros al Sagrario, los mas á las calles inmediatas. La mayor parte de los capitulares y ministros del coro huyeron tambien sobrecogidos de pavor.
No, no, no dijo Navarro demostrando grandísimo dolor , yo no soy Zumalacárregui, yo no soy lo que mi cerebro abrasado y enfermo me fingió. De repente, lo mismo que se rasga un velo, se ha roto en mi cerebro no sé qué cortina de telarañas, y aquí me tienes con una claridad en el pensar y un tino en el discurrir cual creo no los he tenido en mi vida.
Hízose todo con tal celeridad y tino, que serían las tres de la tarde no más cuando en la estancia, ordenada ya, y junto al balcón abierto, leía el Padre Arrigoitia en su Breviario las oraciones por los difuntos, y Lucía le contestaba entre sollozos «Amén». La llama de los cirios, devorada por la claridad gloriosa del sol, no era más que un punto rojizo, en cuyo centro se distinguía la negra raya del pábilo.
D. Cristóbal de Moura, hidalgo portugués, que a la edad de catorce años entró en calidad de menino al servicio de la princesa doña Juana, conquista la estimación, la confianza y el afecto de aquella egregia señora, la sigue desde Portugal a Castilla, desempeña por su mandado muy difíciles comisiones y muestra en todo rara discreción y singular destreza y tino.
Noticia del camino cierta ha dado; Por donde caminando con buen tino, La tierra adentro entraron muy gozosos, Mas de los naturales recelosos. No quiero referir la gran miseria, Trabajos, infortunios que sufrieron En aqueste camino, y su lazeria, Y hambre y sed que todos padecieron. Pues vemos no murió en aquella feria Alguno de trecientos que allá fueron.
¡Bestia de mí! exclamó el sencillo burgalés, dándose con las dos manos en la frente . ¡Pues no me había olvidado?... Perdone usted, señora marquesa, esta distracción, que, bien mirada, no es de extrañar. En oyendo hablar de hijos, ya está todo en mi cabeza patas arriba. La marquesa había perdido el tino ya. No salía de un bochorno sin verse presa de otro mayor.
Al peinarse, se enfurecía, y llamaba a gritos a Perico, pidiéndole un remedio para no quedarse calva. Un día el médico que la visitaba llamó aparte a su hermano, y le dijo: Es preciso que tenga usted tino con su hermanita. Que no tome más baños. ¿Pero está de cuidado, de cuidado? interrogó el mozo abriendo cuanto podía sus ojos chicos. Podrá estarlo muy en breve.
No traigo aquí esta cita como prueba de milagro, sino como prueba candorosa de la facilidad, del tino, del inexplicable don del cielo con que aquella mujer, que no sabía gramática, ni retórica, que ignoraba los términos de la escuela, que nada había estudiado en suma, adivinaba la palabra más propia, formaba la frase más conveniente, hallaba la comparación más idónea para expresar los conceptos más hondos y sutiles, las ideas más abstrusas y los misterios más recónditos de nuestro íntimo ser.
Quedáronse pasmados todos los jueces con el profundo y sagaz tino de Zadig, y llegó la noticia al rey y la reyna. En antesalas, salas, y gabinetes no se hablaba mas que de Zadig, y el rey mandó que se le restituyese la multa de quatrocientas onzas de oro á que habia sido sentenciado, puesto que no pocos magos eran de dictámen de quemarle como hechicero.
Palabra del Dia
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