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Actualizado: 28 de junio de 2025


El rubor tino las mejillas de don Paco al ir a aceptarla; pero no fue tan descortés ni tan abstinente que no la aceptase, la agradeciese y aun se aprovechase de ella, compitiendo en apetito con los boyeros. Sin querer le avergonzaron también por otro estilo con su leal franqueza.

La joven Adela era, sin duda alguna, de las picantes: hermosa a sabiendas suyas, y con una conciencia de su belleza, acaso harto pronunciada, sus padres habían tratado de adornarla de todas las buenas cualidades de sociedad; la sociedad llama buenas cualidades en una mujer, lo que se llama alcance en una escopeta y tino en un cazador; es decir, que se había formado a Adela como una arma ofensiva con todas las reglas de la destrucción: en punto a la coquetería era una obra acabada, y capaz de acabar con cualquiera muy poco sensible; en realidad, podía fingir admirablemente todo ese sentimentalismo, sin el cual no se alcanza en el día una sola victoria; contaba con una languidez mortal; le miraba a usted con ojos de víctima expirante, siendo ella el verdugo; bailaba como una sílfide desmayada; hablaba con el acento del candor y de la conmoción; y de cuando en cuando un destello de talento o de gracia venía a iluminar su tétrica conversación, como un relámpago derrama una ráfaga de luz sobre una noche obscura.

Y para que no le falte también a los lectores de El Liberal, al notar lo largo de esta discusión literaria, pongo por mi parte punto final en ella, y prometo no decir ya nada aunque otros escritores me contradigan y diluciden la cuestión con mejor tino y gracia.

Las rudas acusaciones del Comendador durante la fatal entrevista, acusaciones contra las cuales se había ella defendido con valor y tino, terminada aquella lucha de palabras, acudían á su mente con mayor fuerza, sin que las dijera el Comendador, sin que se pudieran rechazar merced al calor de la disputa, y labrando en su ánimo como una honda llaga.

Bien puede ponerse en duda que haya habido jamás clase media bastante ilustrada para competir en tino, al proteger la poesía y las demás letras humanas, con Pericles, Augusto, Mecenas, Bembo, Leon Décimo, Lorenzo el Magnífico, Luis XIV de Francia y el Duque de Weimar.

Enterado el Conde de todo, volvió a sus meditaciones y cálculos. Había dado el primer paso; pero era menester dar el segundo. Sabía ya con quién tenía que habérselas; pero esto de nada servía si no lograba con tino ponerse en comunicación con don Braulio y su familia. El Conde distaba infinito de ser un atolondrado.

El campesino es grave, de rectas costumbres. Los marineros son todos pilotos, pequeña tribu protestante librada del furor de las persecuciones religiosas. Obsérvase una modestia no acostumbrada entre los hombres de mar, la discreción y el tino que no siempre se encuentran en las clases más elevadas de la sociedad.

Es más difícil de lo que parece mostrar ingenio, discreción, tino y, sobre todo, arte en las trivialidades y pequeñeces que son el tema obligado a los comienzos de esas visitas «de cumplido» que todos hacemos, que hace todo el mundo. Es más fácil ganar una batalla campal que entrar a tiempo y bien entonado en esas insustanciales sinfonías de la comedia que va a representarse después.

Para su conservacion y aumento, se necesita mucho tino y pulso, porque la real hacienda no se halla en estado de gastos, y la multitud de informes y papeles remitidos á la Corte, han entibiado aquel primer fervor con que se promovió, borrando en el real ánimo sus fundamentos y causas, y si ahora no se procura sostener, todo es perdido.

No les negaré la facultad de levantarse á las mas altas regiones del pensamiento, ni diré que les sea imposible moderar el vuelo de su ingenio y adquirir el hábito de juzgar con acierto y tino; pero á no dudarlo, habrán menester mas caudal de reflexion y mayor fuerza de carácter, que el comun de los hombres. El poeta y el monasterio.

Palabra del Dia

vorsado

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