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Actualizado: 28 de mayo de 2025


Vuelto ya al lugar con la licencia absoluta, viene a ser maestro de escuela, y enseña tan bien a los chicos y con tanto tino y afecto, que los chicos y los padres de familia le bendicen y le aman.

Se pasaba horas y horas en el confesionario. Desde el convento bermejino tenía con frecuencia que ir al convento de la ciudad cercana, donde tenía no pocas hijas de confesión entre el señorío. Era además hombre de consejo y tino en los negocios mundanos, y acudían todos á consultarle cuando se hallaban en tribulación, apuro ó dificultad.

Volvió, pues, Antoñona a casa de su dueño, muy satisfecha de misma y muy resuelta a disponer las cosas con tino para que el remedio que había buscado no fuese inútil, o no agravase el mal de Pepita en vez de sanarle.

El olor de la tierra labrada es algo acre, pero muy grato. Lo que olía bien, eran unas mentas que vi al borde del pantano. Siento no haberme traído ramas. ¿Quiere usted que vaya por ellas? Pronto estaría de vuelta.... ¡Jesús, María y José! ¡Qué disparate, Don Ignacio! ¡ir ahora por las mentas! dijo Lucía; pero el placer de la oferta tiñó de púrpura su rostro.

Se mesaba los cabellos y corría sin tino por la margen del riachuelo que bajaba de la Peña Mayor. Al dar vuelta á un repliegue del terreno vió blanquear entre los árboles, no muy lejos de , la iglesia de la parroquia. Al mismo tiempo surgió en su espíritu un pensamiento, al cual se agarró el desdichado inmediatamente, como se agarra á un clavo ardiendo el que rueda hacia el abismo.

Primero se tiñó en rojo de encendida rabia, luego vistió la amarillez de la envidia, y por último, poniéndose negra como un cadáver, se ocultó detrás de las montañas. ¡Vuela, vuela, bridón mío, el de la blanca estrella! ¡Nubes y aves, hacedme lugar! En aquel punto, como si fuera el sol, di una mirada en derredor por todo el horizonte y no vi a nadie: yo solo estaba en el desierto.

Bajo tu dirección, la masa estoica se redimió con el esfuerzo suyo; si Bonifacio y su legión heroica triunfo obtuvieron, ¡fué ese triunfo tuyo! La grana de tu sangre redentora, en que la fuerza y el valor se adunan, cual rubí del volcán, tiñó la aurora del gran Pentecostés del Katipunan.

En la escalera tropezó a Narcisa y la empujó, dejándola pegada a la pared, con la boca abierta. Atravesó la casa en una desalentada carrera, bajó al corral y a poco la portalada roja se cerraba con estrépito detrás de la niña de Luzmela. En pleno campo corrió sin tino, huyendo siempre....

Esperaban que terminase el lance en reconciliación, y ya que no en almuerzo, porque la cena estaba reciente y no tenían gana, en otra nueva cena aquella noche en el mejor restaurante de Río de Janeiro. Pero el hombre propone, y no siempre Dios sino el diablo dispone. Nadie imaginó, por bien que en su sentir el gaucho tirase, que lo que ocurrió fue el resultado de su tino.

Bajo esta infinidad de mudanzas, hay algo constante, algo que no se muda. Hay muchas cosas nuevas, pero hay una que no lo es, que es siempre la misma. Hay una que sufre esas mudanzas, pero conservando algo que no se muda. Si tiño el papel de verde, y luego de rojo; lo que es ahora rojo, es lo mismo que antes era verde, y primitivamente blanco; y á esto permanente refiero todas las mudanzas.

Palabra del Dia

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