United States or Vatican City ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Por piedad, no me abandonéis! exclamó temblando la llorosa doncella. No lo temáis, le dijo Roger resueltamente. Y vos, Hugo de Clinton, no debiérais olvidar, pues noble sois, que nobleza obliga. Deponed vuestro furor y dejad partir en paz á esta dama, como os lo pide encarecidamente, no un villano, sino un hombre tan bien nacido como vos. ¡Mientes!

Venid dijo el duque de Lerma después de haber meditado un tanto. El alcalde siguió al duque. Decid, señora dijo Lerma á doña Ana , ¿dónde está el difunto? Doña Ana se estremeció. Nada temáis dijo el duque ; voy á salvaros. El sargento mayor dijo doña Ana está en un patinillo, junto al postigo que da á la calle de San Bernardino. Guiad, pues, señora; alcalde, venid.

Encontróle más allá de su dormitorio, en un pasadizo, rebujado en el capotillo, temblando de miedo y de frío, y murmurando entre dientes palabras ininteligibles. ¡Oh! ¡oh! ¿quién es? dijo retirándose de una manera nerviosa al ver á doña Ana. Nada temáis, señor Montiño dijo doña Ana ; soy yo, que de orden del duque de Lerma, voy á echaros fuera para que os vayáis á descansar.

ESCIPIÓN. ¡De ningún modo! ¡Qué pesadez, Dios mío! ¡Marchaos y no temáis nada! CLEOPATRA. Muy bien; ¿pero nos llevaréis en brazos? ESCIPIÓN. ¿Cómo? CLEOPATRA. ¿No comprendéis? Pues es muy sencillo: ya que nos habéis traído aquí, debéis ahora llevarnos junto a nuestros maridos. La distancia es muy larga, y no podemos ir a pie.

3 Por tanto, las cosas que dijisteis en tinieblas, a la luz serán oídas; y lo que hablasteis al oído en los aposentos, será pregonado en los tejados. 4 Mas os digo, amigos míos: No temáis de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hacer. 5 Mas os enseñaré a quién temáis: temed a aquel que después de ser matado, tiene potestad de echar en el quemadero; así os digo: a éste temed.

VOCES ROMANAS. ¡A las armas, ciudadanos! ¡Defended a nuestras mujeres! ¡A las armas! Dejadme hablar a Marcio. UNA VOZ TÍMIDA. ¿Eres , Proserpinita querida? PROSERPINA. , soy yo, amigo mío. ¿Cómo te va?... Venid aquí, Marcio. No temáis nada. ¿Os habéis percatado de que ni Cleopatra, ni yo, ni ninguna de las demás mujeres, queremos irnos con vosotros? Creo que está bien claro. MARCIO. ¡Cómo!

CLEOPATRA. No, no merece la pena; no tenemos miedo de vuestro acero. Pero acercaos, no temáis; no os morderé. ¡No sois muy valiente que digamos! Ayer, cuando nos arrancasteis brutalmente de los brazos de nuestros maridos, no erais tan tímidos... ¡Os digo que os acerquéis! ESCIPIÓN. Me felicito, señora... CLEOPATRA. ¡Calla! ¿Os felicitáis?

Otra repitió la reina con acento grave. Es urgente, urgentísimo, que vengáis esta noche; os espero con impaciencia. Nada temáis contando conmigo; atrevéos á todo. Esta noche, á la una, hablaremos más despacio. Venid. MargaritaLa última dijo la reina con acento opaco. «Lo que me pedís es imprudente. Decís que nuestras entrevistas son peligrosas en palacio. Desde el momento conocí el peligro.

4 Decid a los medrosos de corazón: Confortaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con venganza, con pago, el mismo Dios vendrá, y os salvará. 5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos; y los oídos de los sordos se abrirán. 9 No habrá allí león, ni bestia fiera subirá por él, ni allí se hallará; para que puedan caminar los redimidos.

19 Y se llegaron a aquel varón que presidía en la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. 20 Y dijeron: Ay, señor mío, nosotros descendimos al principio a comprar alimentos; 23 Y él respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; vuestro dinero vino a . Y sacó a Simeón a ellos.