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Actualizado: 17 de octubre de 2025


En esto el gozque, alzando las orejas en ademán de inquietud, comenzó a murmurar mirando hacia un cabo de las tapias, y a la luz de cierta lámpara que ardía delante de una imagen apartada, se dibujó la negra sombra de un bulto que observaba el jardín y la reja, y que viendo ocupada la calle torció otro camino sin aguardar a ser alcanzado por los pasos diligentes, si bien silenciosos, de Cigarral.

Eran las doce, y cercanos a las tapias de un jardín dilatado se miraban dos hombres silenciosamente inmóviles y los rostros cubiertos con misteriosos embozos.

Oíd: hace dos años, cuando estuvimos en Balsaín, solía yo bajar de noche, sola, á los jardines. ¡Sola! En el palacio hacía demasiado calor. Acontecía además, para obligarme á bajar al jardín, que... en las tapias había una reja. ¡Ah!

Contábase que el ayudante, mirando desde la cama por el balcón de su cuarto las tapias del cementerio, había dicho con acento de profunda convicción: «El pobre Sinforoso no tajdará muchos días en dojmij allí para siempreTales palabras produjeron gran sensación en la villa, porque se le suponía con arrestos para llevar a cabo el propósito.

Luego uno después de otro hicieron entrar a sus apadrinados en la casa y escribir sobre una mesa de comedor una carta dirigida al juez, la consabida carta del suicida. Salieron de nuevo todos, caminaron largo trecho por la posesión hasta salir de ella y buscar un sitio retirado detrás de sus tapias.

Dos agentes llegaron a decirle que este cojo había salido aquella misma tarde por el ferrocarril de Arganda, montando en la estación que se halla detrás de las tapias del Retiro. Inmediatamente Mario y el delegado tomaron un coche y se fueron a dicha estación.

Ovillitos, después de dirigir miradas escudriñadoras a las tapias y al camino, se sentó bajo el árbol que cobijaba a Román, y sacando una tijera, descosió dos de los infinitos parches que esmaltaban su mugriento capote de barragán.

Enteramente cubiertos de nieve que hace estallar la armazón, confúndense los techos con los cercanos campos nevados. Ligera y azul humareda es la única señal de que viven y trabajan hombres bajo el sudario blanco. Algunas tapias, un campanario resaltan en la monotonía del fondo.

En el lado opuesto a la huerta, un espacio de las mismas dimensiones, y encerrado en las tapias del convento, contenía los molinos de aceite, cuyas vigas, de cincuenta pies de largo y cuatro de ancho, eran de caoba, y además las atahonas, los hornos, las caballerizas y los establos.

Para hacer nuestras excursiones solíamos reunimos a la mañanita en el muelle, pasábamos por delante del convento de Santa Clara, y por una calle empinada, con cuatro o cinco tramos de escaleras, salíamos a un callejón formado por las tapias de unas huertas. Luego cruzábamos maizales y viñedos y salíamos más arriba, en el monte, a descampados pedregosos con helechos y hayas.

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