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Actualizado: 7 de julio de 2025
En aquella posición, casi inexpugnable, se habían apostado varias partidas, fuertes de hasta cuatro mil hombres, decididas a defender el paso. Las quebraduras que tenían a su derecha eran inaccesibles, y el tajo de la izquierda absolutamente imposible de salvar.
Bien lo probó allá en Poitiers, cuando batallamos por dos días sin más alimento que unos mendrugos de pan y unos tragos de agua cenagosa; y todavía recuerdo cómo se lanzó en lo más recio del combate y de un solo tajo hizo rodar por tierra la cabeza de un brillante caballero picardo.
Duero gentil, que con torcidas vueltas Humedeces gran parte de mi seno, Ansi en tus aguas siempre veas envueltas Arenas de oro qual el Tajo ameno, Y ansi las ninfas fugitivas sueltas, De que está el verde prado y bosque lleno, Vengan humildes á tus aguas claras, Y en prestarte favor no sean avaras, Que prestes á mis asperos lamentos Atento oido, ó que á escucharlos vengas, Y aunque dexes un rato tus contentos, Suplicote que en nada te detengas: Si tú con tus continos crecimientos Destos fieros Romanos no me vengas, Cerrado veo ya qualquier camino A la salud del pueblo Numantino.
1094 Le suelen llamar espada y el nombre le viene bien; los que la gobiernan ven a dónde han de dar el tajo: le cai al que se halla abajo y corta sin ver a quién. 1095 Hay muchos que son dotores, y de su cencia no dudo; mas yo soy un negro rudo y aunque de esto poco entiendo, estoy diariamente viendo que aplican la del embudo.
Y dejó caer un tajo tal y tan formidable sobre el bufón, que apenas recibido cayó el tío Manolillo, como si la tierra le hubiera faltado de debajo de los pies.
Ahora más que nunca me enorgullezco de mandaros, dijo el barón contemplando con amor al puñado de héroes que le rodeaba. ¿Qué es eso, Roger? ¿Estás herido? Un rasguño, señor barón, contestó el escudero restañando la sangre de un tajo que le cruzaba la frente. Deseo hablarte, Roger, y también á vos, Norbury, dijo el barón dirigiéndose al escudero de Sir Oliver.
Eso ha podido ser un tajo que se os hubiese entrado hasta los dientes dijo el joven pronunciando esta nota con una calma admirable. El otro redobló su ataque. Es el caso que yo no quiero mataros dijo el sobrino de su tío ; no por cierto: sería bautizar mi entrada en Madrid con sangre. ¡Ah! ¿os empeñáis? pues... allá voy, camarada...
Por fin levantó el francés su arma para descargar un tajo decisivo, pero aquel momento bastó para que el barón descubriera un punto vulnerable en la armadura del contrario, y pronta como el rayo se clavó su espada en el brazo del francés, en la unión de aquél con el hombro. Poco profunda fué la herida, pero bastó para hacer brotar la sangre, que trazó roja línea sobre el bruñido peto.
Yo comparaba la inmensa riqueza encerrada en el «Tesoro» de la catedral, con la profunda miseria de las clases inferiores de Toledo, ciudad que vegeta en el aislamiento, sin industria, comercio, ni agricultura importante, y me decia con tristeza: «¡Qué bien haría la Vírgen de esta catedral si, imitando á Isabel la Católica, no ya para descubrir un mundo sino para resucitar á Toledo, destinara sus joyas de valor fabuloso para un ferrocarril que comunicase á esa imperial ruina con todos los pueblos del magnífico valle del Tajo!» De cada catedral de España, sin contar mas que los valores de lujo, puede salir un ferrocarril; pero no hay riesgo de que salga nada, sin que por eso falten las entradas.
Pero nosotros teníamos, para sojuzgar a los traidores, rehenes preciosos, cuales eran los restos del ejército de Dupont, que estaban en nuestro poder, como una víctima maniatada y con la cabeza sobre el tajo.
Palabra del Dia
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