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Actualizado: 19 de junio de 2025
Ya habían visto pasar á la venerable abadesa con su gran crucifijo de oro, seguida de las hermanas, del clero y los acólitos con los humeantes incensarios y de unas hermosas niñas que iban alfombrando de flores el suelo, al paso de la novicia. Seguíalas ésta entre cuatro compañeras suyas, cubierta de la cabeza á los pies por el blanco velo, y centro de todas las miradas.
Menudeóse sobre dos jarros, y era de suerte lo que bebieron el corchete y el de las ánimas, que se pusieron las suyas tales, que trayendo un plato de salchichas, que parecían de dedos de negro, dijo uno que para qué traían pebetes guisados.
Las lágrimas brotaron de sus ojos tristes y dulces y se deslizaron por sus demacradas mejillas. Y se quedó allí inmóvil, el pecho anheloso y medio muerto de angustia y de esperanza. De pronto percibió á su amigo que venía hacia él, sintió que dos manos afectuosas estrechaban las suyas y oyó una voz que decía: ¡Cuidado!
Conviene tener presente, sin embargo, que la crítica indicada sólo es aplicable á un número proporcionalmente reducido de las comedias de Tirso, y que la mayor parte de ellas están libres de ese defecto. Crítica particular de las obras dramáticas más notables de Tirso. Hay ciertas creaciones suyas en las cuales parece recrearse de preferencia, por la repetición con que se muestran en sus obras.
Era inútil que se hiciera esta pregunta, porque le era agradable recibirlas en el hueco de su mano y mirar sus efigies brillantes. Eran suyas por completo: constituían otro elemento de su existencia, análogo al trabajo y a la satisfacción del hombre, un elemento de naturaleza completamente extraño a la vida de creencia y de amor de que estaba privado.
No es preciso, no, pues andan por el mundo, fatigando las prensas, más de tres docenas de novelas suyas, que pienso son leídas en toda la redondez del globo. De su vida privada, se contaban mil aventuras á cual más interesantes. Mientras fué literato, su fama era grande, su hambre mucha, su peculio escaso, su porte de esos que llamamos de mal traer.
Quéjase también de los libreros, que interpolaban, entre las suyas, obras de distintos autores. El mismo prólogo nos suministra una prueba importante de su actividad literaria, esto es, un catálogo de sus comedias auténticas, que, sin embargo, no juzga completo, no recordando ya los títulos de muchas.
-Eso basta -dijo Dorotea-, porque con los amigos no se ha de mirar en pocas cosas, y que esté en el hombro o que esté en el espinazo, importa poco; basta que haya lunar, y esté donde estuviere, pues todo es una mesma carne; y, sin duda, acertó mi buen padre en todo, y yo he acertado en encomendarme al señor don Quijote, que él es por quien mi padre dijo, pues las señales del rostro vienen con las de la buena fama que este caballero tiene no sólo en España, pero en toda la Mancha, pues apenas me hube desembarcado en Osuna, cuando oí decir tantas hazañas suyas, que luego me dio el alma que era el mesmo que venía a buscar.
Al hablar así con verdadera efusión, Juanita tendió, en efecto, las manos a don Andrés. Don Andrés las tomó entre las suyas. Juanita apareció entonces tan confiada y tan hermosa a los ojos del cacique, que este le dijo: ¿Por qué tu amistad solamente? ¿Por qué no tu amor? Ambos somos libres. Amándonos no tendremos que engañar a nadie.
Se quejaba de su largo silencio; sabía, por las cartas de Emma, que él, Bonis, ya no leía las suyas, las de su querida Serafina. Por eso sin duda no la había ofrecido ni un consuelo en la terrible situación a que había llegado.
Palabra del Dia
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