Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de julio de 2025


Soñaba ahora, soñaba en los pasados tiempos; Susana y yo nos casábamos otra vez y el sacerdote, Jacobo, era... ¿Sabes quién era? ¡! Melín se rió y sentose sobre la cama, con el papel en los dedos. ¿Es buena señal? preguntó Moreno. Ya lo creo: di, compadre, ¿no sería mejor que te levantases? Moreno de Calaveras se levantó con la ayuda de la mano que Melín le ofrecía. Creo que fumas.

Todo ha concluido: mi hija Susana descansa en el seno de Dios desde anteayer, jueves, a las diez de la noche; quiero, mientras me sea posible, recordar todas las circunstancias de esta muerte edificante, dulce y consoladora para los verdaderos cristianos, y terrible siempre para una pobre madre.

Esteven dijo que iría al Ministerio y haría que Eneene destituyera a don Pablo Aquiles. ¡Eso, eso exclamó la señora, que les corten los víveres y que vayan a pedir limosna! Pasado el chubasco, Susana consiguió aplacar los ánimos y obtuvo la promesa de que nada se intentaría contra la desgraciada familia.

Cómo me latía el corazón mientras lo veía reír con aquella risa fresca, con aquellos blancos dientes y con aquellos ojos francos con los que había soñado tanto en mi espantosa casa vieja. Y mi tía, mi cura, Susana, el jardín húmedo de lluvia, y el cerezo a que se había trepado, desfilaban por mi mente como sombras fugitivas.

Susana había sido amiga de mi tía, antes de ser su cocinera. Reñían diez veces al día, pero ninguna de las dos podía pasarse sin la otra. No se me creerá con facilidad, si digo que Susana quería sinceramente a mi tía; sin embargo, es la pura verdad.

A mi no me asusta nadie exclamé, tomando mi almohada y largándola de paseo al medio del cuarto. Blanca me miró con asombro. ¿Qué haces, Reina? ¡Oh! es una costumbre. Cuando estaba en el Zarzal, lanzaba siempre mi almohada por los aires, para hacer rabiar a Susana, a quien este modo de proceder sacaba de quicio. Como Susana no está aquí, te aconsejo que renuncies a tal costumbre.

La que hoy empieza a ocuparme es mi Susana, belleza de otro género, pero belleza incomparable que llamo la atención de toda la sociedad de Chambery y de la juventud de Piamonte, donde me la llevé cuando fuimos a acompañar a su hermana para el casamiento. No se oían más que elogios para ella, pero es tan cándida y sencilla, que no se preocupa lo más mínimo de su belleza.

Pero, ahí estaba ella, la madre, para velar por todos; no conseguirían su objeto, no: ella lo había jurado. Sus ojos, secos ya, brillaban, animados por el odio inextinguible. Susana lloraba.

En una palabra: aquella señora, obediente a las instrucciones del tutor, su hermano, toleraba cuanto podía contribuir a que las jóvenes tuviesen fama de coquetas e insustanciales, y en cambio desarrollaba un mal humor inaguantable y una astucia increíble apenas surgía la posibilidad de que un hombre ganara terreno en el corazón de Susana.

Después de hacer una visita a Petrilla y Susana, recorrí la casa de arriba abajo. ¡De veras, no debiéramos medir el tiempo por la cantidad de días pasados sino por el número y vivacidad de las impresiones! Pocas semanas antes salía de la antigua morada, y sin embargo, si se me hubiese asegurado que en vez de días eran años los que habían pasado por mi, lo hubiera creído sin dificultad.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando