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Actualizado: 19 de junio de 2025
No, Gregoria, no dijo, vengo a verte... simplemente. Susana dió nuevo empujoncito a la madre, y misia Gregoria tomó la mano que se la ofrecía... Y blandió el arma otra vez. ¡Ahora te acuerdas!
Entra en el templo acompañada de su hija Susana, y se arrodilla al lado de uno de los pilares de la iglesia para dar gracias a Dios por los inmensos favores que acaba de recibir.
Lo ocurrido aquella mañana en la casa, a que se había referido Susana en su conversación con el filósofo, fué lo siguiente: Que misia Gregoria, escamadísima con el teje maneje que se traía su marido, provocó una explicación, que degeneró en tormenta, a causa de lo que se dirá después.
En medio del dolor que el estado de mi hija me proporciona, he tenido una alegría por la visita de Alfonso y su esposa, los cuales se encuentran muy bien: llegaron el jueves 29 volviendo a salir el sábado para Saint-Point. La estancia en la casa de nuevas personas, fatiga siempre a la pobre Susana, a pesar de cuantas precauciones se tomen para evitarlo.
Por supuesto, él no se dignaba sentarse a la mesa: abajo, en la portería, recibía su buena ración y se iba tan contento. Y hoy, ¿dónde has almorzado? preguntó Susana con timidez. ¡Ah! ¡Nanita, qué picarona! ¿De modo que las santas se permiten también ser maliciosas? Pues hoy almorcé... allá. ¿Dónde... allá? Pues, en casa de la tía Silda. ¡Ah! hizo Susana. ¡Qué enferma había estado la tía Silda!
Cuando entraba en el patio, gallinas y conejos acudían a su voz para mascullar algunos mendrugos de pan, que deslizaba en sus bolsillos antes de salir de la casa parroquial. Petrilla, la moza del corral, salía a hacerle su reverencia, luego Susana la cocinera, apresurábase a abrirle la puerta y a introducirle en el salón, donde me daba las lecciones.
Tan bien supo disimularla, que la misma interesada tomó la indiferencia por franco y declarado desvío. Susana fue la única que adivinó el doble secreto de aquellas dos almas: unos cuantos detalles bastaron a su penetración para comprender que Valeria y Pérez se querían. Convencerse de ello y formar propósito de favorecerles, todo fue uno.
Valeria, que hubiera procurado luego de casada sustraerse a la protección de Susana siendo rica, consintió en vivir con ella viéndola casi arruinada, y ambas bodas se verificaron la misma mañana, a mediados de 1873, cuando España estaba en plena guerra civil. La doble luna de miel fue cortísima.
Eso me lo sabía yo de corrido dijo Agapo, ¡las veces que le he visto en la calle Florida detrás de ella! y una tarde, al salir de casa de mi señor hermano, tropecé en la acera con Quilito, y cuando doblaba la esquina vi a Susana en el balcón... Que ellos se entienden, no hay duda. Si esto es una fatalidad exclamó misia Casilda, va a ser un semillero de disgustos para nosotros.
Susana, sonriendo, dijo que iría al baile y pescaría novio, si podía. Entró en el salón y lo primero que vió fué a su primo, mariposeando ufano. Me alegro pensó Susana, así vendrá a sacarme y no plancharé; no hay cosa peor que venir por primera vez a un baile y no tener conocidos.
Palabra del Dia
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