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Actualizado: 3 de septiembre de 2025
Yyyy... y es como el Evangelio, hiiigas... contestó una voz temblona como el balido de la cabra, y aguardentosa además. Explíquenos el parentesco, ande sugirió Amparo prestándose a la broma de su amiga.
Pero, ¿dónde podía estar a aquella hora, con semejante tiempo y para qué había salido dejando su cena a medio cocer y sin trancar la puerta?» La dificultad con que el propio Dunstan acababa de encontrar su camino, le sugirió la idea de que el tejedor había salido quizás para buscar combustible, o para cualquier otro menester análogo y de corta duración, y que se había resbalado dentro de la cantera.
Todo lo hemos perdido me dijo ; sé que has hecho cuanto tu buen deseo te sugirió y cuanto estuvo en tu mano; pero si bien las monedas son dobladas, la mayor tiene el mal de pertenecer a los Reyes conquistadores de este suelo, Fernando e Isabel, y para los usos que debieron servir no perdonan los genios que aquí mandan ni el nombre ni la efigie de entrambos héroes.
Pero esta vez me guardé de correr. El instinto de conservación se había apoderado de mí por completo, y me sugirió todos los medios de evadir la justicia. Procuré dar á mis pasos todo el sosiego y compostura posibles. Don Elías, ¿tendrá usted la bondad de decirme?... No oí más. El salto que di fué tan grande, que me separé algunas varas del esbirro.
Testigo Pierrepont del vivo descontento que causaba a su tía paréntesis tal, le sugirió la idea de apresurar la vuelta del pintor a los Genets haciéndolo acompañar de la enfermita, quien con los puros aires del campo lograría más pronto restablecimiento.
Al fin, la necesidad, la obligación de hacer algo, me sugirió una idea que ya había entrevisto yo flotando a ratos en el oleaje de la pasada tempestad. No era todo lo que se necesitaba en una obscuridad como la mía; pero era algo, era un proyecto, una salida, un camino, el único camino que veía, y me decidí a seguirle sin perder un solo instante.
Mientras aguardaba á ser introducido, el Peor contempló el hermoso perchero y los soberbios cortinajes de la sala, que por la entornada puerta se alcanzaban á ver, y tanta magnificencia le sugirió estas reflexiones: «En lo tocante á los muebles, como buenos lo son... vaya si lo son.» Recibióle el amigo en su despacho; y apenas Torquemada le preguntó por la familia, dejóse caer en una silla con muestras de gran consternación. «¿Pero qué le pasa? le dijo el otro.
Por depresiva que fuese para el amor propio del capellán la observación, hubo de reconocer su exactitud. No obstante, picado ya, se propuso agotar los recursos del ingenio para conseguir la victoria en lucha tan desigual. Y su caletre le sugirió la siguiente perogrullada: Pero, señor marqués..., ¿por qué no sale un poco al pueblo? ¿No sería ése el mejor modo de desenredarse?
Mas de pronto, el instinto de la vida despertó, se reveló con ímpetu en su organismo y le sugirió pensamientos de salvación: «¡No, lo que es yo no me ahogo aquí como un ratón por esa!... Voy a dar una patada a la puerta y hacer saltar la cerradura.» Esta idea le confortó un instante y dio tiempo a que penetrase en su mente otro proyecto menos violento, el de llamar la atención de la generala sin ser notado de la doncella: si este proyecto fracasaba, acudiría inmediatamente al recurso extremo.
Se quedó muy sorprendido delante de Leticia: parecía una sultana; y esta idea se la sugirió al gallardo visitante, no tan sólo el tipo de la visitada, que adquiría mayor acento oriental con la caprichosa y rica bata que vestía y el estilo de todos sus restantes ornamentos, sino también el lugar en que se hallaba: un salón con anchos divanes, grandes cojines, maderas olorosas, alfombras turcas, cueros marroquíes, espejos venecianos, bronces desnudos, tibores japoneses y ¡qué sé yo!
Palabra del Dia
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