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Actualizado: 3 de junio de 2025
Mi ausencia la ha vencido...» Y al mismo tiempo que paladeaba la dulce satisfacción del amor y el orgullo triunfantes, un vago instinto le sugirió la sospecha de que esta mujer, repentinamente transformada, tal vez le quería menos ahora que en los días anteriores, cuando se resistía, aconsejándole que huyese. En el comedor hizo la presentación de su segundo.
Ni padre, ni tía se mostraban muy dispuestos a venir a encargarse de Pilar, y auguraba el contratiempo de tener que quedarse de enfermero.... Su mente, fecunda en tretas, le sugirió mil para embelesar a Miranda, en aquella ciudad mágica que ya de suyo emboba a cuantos la pisan.
El Galeón se había hundido bastante y las olas barrían la cubierta con frecuencia. No creo que resista en la dirección que llevamos, dijo el capitán, pero si viro encallamos en la costa. ¿Y amainando velas? sugirió el barón. ¿No podríamos esperar la calma del mar y el viento? No, una y otro no tardarían en arrojarnos contra las rocas.
Trató de convencer á su señora por cuantos medios le sugirió su imaginación de que iba contentísimo. La condesa le contradecía, riendo al verle tan sofocado: celebraba con mucha algazara los disparates que al pobre muchacho se le ocurrían para demostrar su tesis. ¿Y qué dirá tu novia cuando vea que no bailas con ella? Procuraré que tengas un rato libre.
Más tarde su carácter se hizo irónico. ¿Ustedes son peladas? preguntaba riendo a las hermanas. Y las amenazaba con arrancarles la toca. Un día sugirió a dos compañeras la curiosidad de saber si efectivamente eran las monjas peladas. En el vasto dormitorio común, separaba las camas de las colegialas un cortinado que les hacía como estrechas celdillas.
Era la retirada de que hablaban las gentes en París, pero que muchos no querían creer; la retirada llegando hasta allí y continuando su retroceso indefinido, pues nadie sabía cual iba á ser su límite. El optimismo le sugirió una esperanza inverosímil. Tal vez esta retirada comprendía únicamente los hospitales, los almacenes, todo lo que se estaciona á espaldas de un ejército.
Lucía, sin contestar en seguida, le sugirió con naturalidad: Y... quiérame a mí... Siguió atormentando a Muñoz el ansia de volverla a ver. Todo lo demás eran ideas y sentimientos que se desvanecían sobre una gran sensación de vacío. Recordó que había empezado la temporada de ópera y que posiblemente estaría Adriana esa noche en el teatro. Se vistió apresuradamente.
Yo no entiendo estas palabras: «eternidad», «infinito», «vida», «muerte». Sin embargo, nos explicamos con ellas; nos explicamos sin entendernos, y esto es precisamente lo más entretenido de la vida. Y así vamos, apaciblemente, acercándonos a un fin desapacible. Todo esto me lo sugirió la lectura del místico flamenco, al cual debí, durante algunas horas, un verdadero estado de gracia.
Viéndose cogida, Benina vacilé un instante; mas no era mujer que se arredraba ante ningún peligro, y su maestría para el embuste le sugirió pronto el hábil quite: «Pues, señora, dejé la cesta, con lo que traje, en casa de la señorita Obdulia, que lo necesita más que nosotras. Has hecho bien. Te alabo la idea, Nina. Cuéntame más. ¿Y un buen solomillo, no pusiste? ¡Anda, anda!
La inspiración brotó en su mente. Su grande y vivaz ingenio le sugirió una idea, y con la idea estas palabras: «Pues he de curarte... Lo dijo Miquis, punto redondo». Isidora llenó el despacho con un suspiro. Era el quejido de su enfermedad, ya extendida y profunda. «Manos a la obra dijo Augusto con gran solemnidad . ¿Quieres que te cure? Responde ¿sí o no? Sí.
Palabra del Dia
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