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Actualizado: 15 de julio de 2025
Decíase que el duque se hallaba realmente enfermo, que sufría una parálisis progresiva. En vista de ello se determinaron, después de escuchar el parecer de algunos célebres abogados, a pedir ante los tribunales su inhabilitación o la incapacidad para administrar sus bienes.
Mientras él se hacía millonario, la mitad del mundo, al otro lado de los mares, sufría los horrores de una gran guerra. Al principio este cataclismo había hecho peligrar su propia empresa. Los colonos extranjeros abandonaban los campos de la Argentina para ir á ser soldados en sus respectivas naciones.
No, señora decía sonriendo la muchacha; no quiero ser monja. A mí me tira la vida. Para Fermín Montenegro no eran un secreto los disgustos de carácter espiritual, las grandes contrariedades que sufría la viuda de Dupont por culpa de los negocios.
«Las personas que estuvieron presentes decían, y dicen todavía, que no comprendían cómo no había oído los gritos que todas ellas lanzaban, ni visto sus ademanes desesperados. Uno de esos vértigos que sufría en el último año, sería la explicación de lo sucedido, si yo no supiera... »Lo embargaba una mortal tristeza.
Sin esta incomparable amiga, que buscaba mis tristezas y mis necesidades cuando yo las sufría por mis hijos, en el fondo de mi corazón; que se olvidaba de sí propia para venir en mi socorro y que hacía frecuentemente más de lo que podía, no sé muchas veces lo que hubiera sido de mí. ¡Ah! ¡que nuestro afecto dure y se eternice allá en el cielo como yo deseo!
Había sido una determinación juiciosa. Pero ¿qué haría ahora que traído a su lado por la fuerza de los acontecimientos se vería mezclado de nuevo en su vida y sería testigo de las efusiones entre ella y su novio? Ante esta última suposición, María Teresa se sintió conmovida por una gran piedad. Por nada del mundo consentiría en afligir con tal espectáculo a este amigo que sufría por amarla.
El tiempo quiebra, sin canto ni piedra. Marisalada se levantó y se fue. «¡Sí! iba pensando, tocándose el pañolón por la cabeza ; me quiere; eso ya me lo sabía yo. Pero... como fray Gabriel a la tía María, esto es, como se quieren los viejos. ¿A que no sufría un aguacero en mi reja por no resfriarse?
Sentía vergüenza y remordimiento viendo lo que sufría aquella mujer por haberse entregado a él. ¿Cómo remediarlo? Se sentía humillado; quería ser hombre fuerte, la mano enérgica que protege en el peligro a la mujer amada. Pero ¿sobre quién había de caer para defenderla?...
Don Víctor llegó a creer que a Mesía ya no le importaban en el mundo más negocios que los de él, los de Quintanar, y sin miedo de aburrirle, tardes enteras le tenía amarrado a su brazo, dando vueltas por las tablas temblonas del salón, parándose a cada pasaje interesante del relato o siempre que había una duda que consultar con el amigo. Don Álvaro sufría el tormento pensando en la venganza.
Envidiaba la facilidad de su capitán para encontrar las palabras. La más simple de sus ideas sufría angustiosamente antes de surgir de su boca... Pero al fin, poco á poco, entre balbuceos, fué diciendo su odio contra aquellos monstruos de la industria moderna que deshonraban el mar con sus crímenes.
Palabra del Dia
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