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Actualizado: 6 de mayo de 2025


D. Dionisio comprendía que se trataba de ciertas particularidades propias de los poetas y estaba satisfechísimo de ostentarlas. Los locos repuso Moreno a la oreja de su amigo tienen siempre las extremidades frías y la cabeza caliente. Con esto el ingenioso Sánchez se creyó en el caso de responder que muchos de los hombres que la humanidad admira como genios sublimes han sido verdaderos dementes.

Parecía que aquella gente debía vivir y morir así, en perpetua alegría y juventud. ¿Por qué marcharse, por qué huir de aquel recinto feliz, para volver a sumergirse en las fatigas de la vida cotidiana, en la podredumbre y miseria de los negocios humanos? ¡Gozar, gozar! gozar en la inocencia del corazón y los sentidos, de la salud, de las sublimes armonías de la luz y del sonido; gozar de las dulzuras del amor fecundo engendrador de todas las cosas; gozar de la fuerza, que mantiene la cohesión del universo; gozar del gorjeo de los pájaros, del murmullo de las fuentes, del aroma de las flores, del rocío de los campos, de las espumas de los mares, del cielo eternamente azul.

Oirían después con mucho gusto sus obras sublimes; pero por el momento debía mostrarse bondadoso y al nivel del vulgo, tocando algo para bailar. Se contentaban con un vals, si es que sus convicciones artísticas le impedían descender hasta las danzas americanas.

El padre de Beethoven quería hacer de él una maravilla, y le enseñó a fuerza de porrazos y penitencias tanta música, que a los trece años el niño tocaba en público y había compuesto tres sonatas. Pero hasta los veintiuno no empezó a producir sus obras sublimes.

La rima, que Madama Staël, llama "el eco del pensamiento," ha contribuido no poco á templar la poesía, que de otro modo sería un lenguage lánguido y descolorido, y asi se observa estudiando las obras de los grandes poetas, que huyen con cuidado de emplear consonantes vulgares para espresar pensamientos sublimes, y que muchas veces la rebusca de un consonante original, imprime á la idea una novedad inesperada, abriendo á la imaginacion nuevos horizontes, que de otro modo la inteligencia no habria entrevisto.

Creaciones fantásticas, que pasan como una exhalación para ser después más deplorada su pérdida, adornan la puerta del Océano en forma de monumentos originales, atrevidas arcadas, puentes sublimes y á veces arcos triunfales.

El ingeniero era débil de cuerpo, dulce de maneras, odiaba á los soldadotes, hablaba de la regeneración de los caídos y del advenimiento de los pobres al poder. Además, los triunfadores se reían de él y tal vez lo matasen el día menos esperado. ¿Qué héroe más interesante podía encontrar una mujer de sentimientos sublimes y «mal comprendidos», como se creía esta muchacha?...

Apenas Judas Abravanel hubo pronunciado estas palabras, muchos de la comitiva, y particularmente las damas, le cercaron para contemplarle y aplaudirle. Sus discretísimos Diálogos de amor eran muy admirados en la corte. La Reina, la Infanta doña Beatriz y otras muy sabias señoras se deleitaban leyendo en italiano aquellas tan sublimes filosofías.

Esta combinacion á veces se ejerce de una manera completamente ciega; en cuyo caso solo resultan productos extravagantes; pero otras veces la actividad, sometida á ciertas condiciones independientemente del libre albedrío, produce objetos artísticos bellos ó sublimes.

Pero he visto y estoy viendo maltratada a la religión y sus ministros, estoy viendo en peligro la salvación de muchas almas, veo todos los días al divino Jesús y su dulce nombre escarnecidos por los impíos que mandan casualmente en España, poniéndole una corona de espinas mil veces más dolorosa que la que llevó en Jerusalén... y siento que sus ojos me imploran y escucho su voz celestial que me solicita para que afloje un poco aquella terrible corona... ¿Crees que debo posponer los sublimes intereses de la religión, la salud de mi alma y la gloria de Jesús al pueril temor de desagradar al mundo?

Palabra del Dia

hociquea

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