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Actualizado: 8 de junio de 2025


Ma. de Staël en Coppet, suspirando por el sucio arroyo de la rue du Bac o Frou-frou en Venecia, soñando con el bulevar, no son más desgraciados que el bogotano que la suerte aleja de su ciudad natal y sobre todo... del Altozano. La sociedad. Cordialidad. La primer comida. La juventud. Su corte intelectual. El "cachaco" bogotano. Las casas por fuera y por dentro. La vida social.

Sabido es como habla de ellos Madama de Stael; pero felizmente puedo citar en mi apoyo un juez mas competente todavía, Schelling, uno de los jefes de la filosofía alemana.

Pedro López comparaba en La Flor de Lis el salón de Currita con aquellas famosas tertulias que comenzaron en el hotel Rambouillet y acabaron con madame Staël, Recamier, Tallien y Girardin; y ciertamente que si no se encontraba en aquel como en estas la culta y amena conversación y la urbanidad más exquisita de antaño, que ha venido a ser hoy entre damas y caballeros como atributo exclusivo de las pelucas empolvadas y las chorreras de encaje, encontrábase de igual modo aquel principio disolvente de toda moral, que consiste en tolerar y autorizar el escándalo.

¿Cuál es, señor Stael? sabes que en la costa Suroeste de la Isla desemboca el Durga, que es uno de los ríos más caudalosos de ella. Tratemos de llegar a ese río y bajemos por él hasta el mar, bien en una balsa, bien en una canoa que podremos construir ahuecando un tronco de árbol.

La rima, que Madama Staël, llama "el eco del pensamiento," ha contribuido no poco á templar la poesía, que de otro modo sería un lenguage lánguido y descolorido, y asi se observa estudiando las obras de los grandes poetas, que huyen con cuidado de emplear consonantes vulgares para espresar pensamientos sublimes, y que muchas veces la rebusca de un consonante original, imprime á la idea una novedad inesperada, abriendo á la imaginacion nuevos horizontes, que de otro modo la inteligencia no habria entrevisto.

La señora de Laroque, que ha vivido en París antes que la salud de su suegro la hubiese condenado á un eterno veraneo, conserva fielmente en su retiro el gusto por los intereses elevados, elegantes ó frívolos, de que el arroyo de la calle de Bac era el espejo, en tiempos del turbante de la señora Stäel.

Ella me cita los nombres de una multitud de personas entre las cuales he conocido sus madres en mi juventud: la princesa de Talmont, la princesa de la Tréouille, Mme. Raignecourt, la amiga de Mme. Elisabeth, Mme. de Saint-Aulaire, la duquesa de Broglie, hija de Mme. de Staël, Mme. de Montcalm, hermana del duque de Richelieu, Mme.

¡Oh!... ¿Mi genio? exclamó la otra muy sorprendida. , su genio he dicho... Ya sabe usted que esas cosas no pueden ocultarse... Su paisana, madame Staël, lo dijo: donde hay genio, brilla. ¡Oh!... El marqués de Sabadell prosiguió Currita, dejando caer lentamente las palabras me enseñó aquel ramito de camelias que... le envió usted hace tiempo... ¡Es un quadretto delicioso!

Madama Stael, una de las cabezas mas fuertes de nuestros dias, era una cabeza eminentemente poética. Rossi, el profundo economista, el político sesudo, uno de los primeros jurisconsultos del siglo, empezó su carrera literaria traduciendo en verso italiano los poemas de Byron, por lo que ha merecido los elogios del severo historiador Mignet.

Stäel en un libro que ayer leí, que para compenetrarse con la Naturaleza es preciso amar a la religión. ¡Oh! ¡! es indispensable la religión para disfrutar de los beneficios que Dios proporciona. Por otra parte, ¿no llena nuestros corazones por entero? ¿No es todo amor? ¡Oh! ¡cuánto compadezco a las almas heladas y secas, que no han sido calentadas jamás por su divino entusiasmo!

Palabra del Dia

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