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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Pues, con todo esto, quiero que vuestra merced advierta que no soy tan loco ni tan menguado como debo de haberle parecido.

Elvira suspendió un instante su relato, hizo un esfuerzo para no llorar, como avergonzada de mostrar ternura, y continuó: Suprimo detalles: morir Manuel y echarme sus hermanos de la casa, todo fue uno. Entonces comenzó esta vida arrastrada que llevo, y eso que soy de las que tienen más suerte. Ponerme a oficio, y presentárseme la ocasión de dejarlo, fue obra de seis meses.

No soy de los que abandonan el peligro: al contrario, le busco desde el 21, y deseo encontrar ocasión de que mi presencia en la escuadra sea de provecho.

Adiós. El duque de Osuna notó que doña Juana se quedaba en la reja. Tuvo intenciones de volver. De decirla: soy yo; yo el hombre que os ama; el hombre á quien amáis. Porque el duque de Osuna había llegado á comprender que doña Juana le amaba. Pero había comprendido también que doña Juana tenía fuerza sobrada para contener su amor. Que era capaz de morir antes que deshonrarse.

Si no duermo, vale más que encienda luz y me levante, y abra el balcón y me asome a él... Pero no, tendré frío, me constiparé, cogeré una inflamación, una erisipela. ¡Ay, qué horror! Me pondré tan fea..., y es lástima, ¡porque soy tan guapa, me estoy poniendo... divina!

Esta pobre mosca se mueve violentamente, patalea estremecida de terror. No, no se marchará; Ron la tiene bien cogida. «Las moscas debe de pensar él, que, como hombre de grueso abdomen, será conservador, y como conservador, creerá en las causas finales ; las moscas se han hecho para los saltadores; yo soy saltador, luego esta mosca ha nacido y se ha criado para que yo me la coma

Maldito sea quien trae por acá semejantes demoniuras. ¡Y la bribona de la Píntiga, mire usted! ¡Nunca me gustó su cara de intiricia!... Le dieron cuartos, mujer, le dieron cuartos: que piensas.... A ... ¡más y que me diesen mil pesos duros en oro! Y soy una pobre, repobre, que sólo para tener bien vestiditos a mis pequeños me venían... ¡juy! ¡Condenar el alma por mil pesos!

La señora Chermidy, siempre bondadosa, acudió en su auxilio y le dijo: Soy yo quien le he entregado a los filisteos; es justo que sea yo también quien le libre de sus manos, pero con una condición. Acepto con los ojos cerrados, señora.

En resolución: yo noto que me falta vocación para la política. Soy más a propósito para la contemplación que para la acción. Créame usted, yo lo haría detestablemente; me desluciría si me metiese a repúblico. ¿Por qué hemos de ser todos actores en tan pesado drama, que dura siempre sin que se llegue jamás al desenlace? ¿No basta que esté uno condenado a ser espectador?

De buenos y honrados padres vengo, señora, respondió él; hidalgo soy; Alcalá es mi patria; cursé en las aulas de su famosa universidad; tirome la afición a las armas, y muy más el amor a las letras; soldado soy, y a poeta aspiro por mi desgracia, porque la poesía es sueño que devora el alma y la finge lo que no existe, y en los espacios imaginarios la pierde: Miguel de Cervantes Saavedra me llamo, y vuestro esclavo soy.

Palabra del Dia

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