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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Todos le dijeron que dijese lo que quisiese, que de buena gana le escucharían. Don Quijote, con esta licencia, prosiguió diciendo: Yo, señores míos, soy caballero andante, cuyo ejercicio es el de las armas, y cuya profesión la de favorecer a los necesitados de favor y acudir a los menesterosos.

Para estos casos quiere uno el dinero. Llegué a la iglesia, me senté al confesionario, y lo primero que le dije al cura fue esto: «Acúsome, padre, de leer El Sol». ¿Así lo dijiste, Antoniño? Así, , señor, y con la misma tranquilidad con que hubiese podido decir «buenos días». No se figure usted que yo soy un gallina. Y el cura, ¿qué te contestó?

Por el siglo de mi madre, que me sacase los mismos ojos de mi cara, si alguna desgracia me aconteciese bonita soy yo para eso. JUANA #Tostada#. Sosiégate, prima, que toda la gente viene. CHANFALLA. Siéntense todos; el Retablo ha de estar detrás de este repostero, y la autora también. GOBERNADOR. El señor Montiel comience su obra. BENITO. Poca balumba trae este autor para tan gran Retablo.

En una frase la situación se planteaba claramente y sin ambages. Sorege era audaz, pero Jacobo no podía ya ser engañado, pues le conocía. Por eso contestó tan rotundamente como había sido interpelado: Estoy aquí con nombre falso, Sorege, porque soy un desgraciado que no puede llevar el suyo verdadero.

Una noche, hallándose sola, corrió furiosa a la reja, se agarró a ella, deseosa de hacerla pedazos, y a gritos, que alborotaron la calle, decía: «Y, sin embargo, soy noble. ¡Jueces, notarios, abuela, gente toda que me tenéis aquí, yo soy noble!». Luego recorría de un ángulo a otro el cuarto con las manos en la cabeza, gritando: «Soy noble, soy noble.

¿Solo? me observó vivamente. le dije mirándola con fijeza. ¡No! me contestó ella con indiferencia... ¿quiere ser mi amigo? ¿Quiere guardarme una confianza?... Yo soy una mujer rara, extraña. Yo no he amado nunca y no si lo que he sentido alguna vez, puede llamarse amor; pero jamás, aun amando mucho, me casaría nunca con un hombre pobre. Tengo horror, miedo, por la pobreza...

Notó bien don Quijote la atención con que el caminante le miraba, y leyóle en la suspensión su deseo; y, como era tan cortés y tan amigo de dar gusto a todos, antes que le preguntase nada, le salió al camino, diciéndole: -Esta figura que vuesa merced en ha visto, por ser tan nueva y tan fuera de las que comúnmente se usan, no me maravillaría yo de que le hubiese maravillado; pero dejará vuesa merced de estarlo cuando le diga, como le digo, que soy caballero

Vives, a quien he citado antes y por quien tengo especial predilección, habla de las aceitunas de Andalucía y de las de Mallorca; pero dice textualmente que las de Mallorca «saben mejor»: magis sunt saporis sciti Balearice... Este es uno de los motivos añade sonriendo por lo que yo, que soy tan amante de mi patria, estimo al gran filósofo. Han llegado los postres.

Lo que hay, muchacho, es que, por lo mismo que les quiero tanto, me preocupa su suerte y no puedo ver con tranquilidad cómo Antonio se mete de cabeza en tan peligrosas aventuras. ¡Ay, mi pobre tienda! Tiemblo al pensar que puede ser deshonrada para siempre. He oído decir que los marinos viejos sienten una pasión loca por el barco en que han pasado su vida. Lo mismo soy yo con Las Tres Rosas.

Y rešpondió el Centurion, y dixo, Señor, no šoy digno que entres debaxo de mi techumbre: mas šolamente di con la palabra, y mi moço šanará. Porque tambien yo šoy hombre debaxo de poteštad: y tengo debaxo de mi [poteštad] šoldados: y digo

Palabra del Dia

primorosos

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