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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Duque de Carvajal dijo la Reina; he querido anunciarle por mí misma que es la ocasión de casar a su hijo con Isabel de Arcos: el Rey devuelve a usted todos los empleos de que le habían privado, y juntamente el gobierno de Granada. Todos los actores de esta escena quedaron inmóviles y sorprendidos, excepto Fernando, que lanzó un grito de alegría.
Para no ser sorprendidos de los infieles del rio, que son los Payaguás, y otra nacion que solamente se deja ver en el rio de los Porrudos, dejan siempre un soldado de centinela defendido de alguna estacada ó maleza, el cual tiene á mano muchos fusiles cargados, para poder hacer fuego si se ofreciere, mientras acuden los otros soldados.
Don Feliciano en el mismo punto se despojó con violencia del sombrero, dejando al descubierto su enorme calva en declive, lo agitó con frenesí algunos segundos, y gritó: «¡Hurra!» no se sabe a quién; tal vez al dios astuto que le había suministrado tan famosa idea. En aquel momento se acercaban los testigos. Al ver la escena se pararon sorprendidos.
Sin duda por esta causa, son muchos los que hacen el viaje hasta la Ciénaga ó Luyanó, después de despedirse de amigos y familiares con los ojos arrasados por las lágrimas, y gritando desde la plataforma que telegrafiarán, en cuanto lleguen á Songo. Un caballero de aspecto pacífico y eminentemente mercantil es el que primero rompe el fuego, con estas palabras, que nos dejan sorprendidos.
Es también un hecho que de los 40 poetas insulares catalogados en esta ANTOLOGÍA poseen el inglés cuantos moran en las islas; pero otro que todos escriben ¡y sienten! sus composiciones en castellano. Y así, cuando vemos como título de una el Awake britano en lugar del español, Despierta, nos sentimos sorprendidos, como defraudados...
En el recodo de una de estas calzadas se encontró de improviso con Nolo. Ambos quedaron sorprendidos y sonrieron avergonzados sin pronunciar palabra. Fué Demetria quien primero rompió con franqueza el silencio: Iba á la Braña, Nolo. Y yo á Canzana, Demetria. Tenía que hablarte. Yo á ti también. Demetria le miró sorprendida. ¿Sabes algo? le preguntó vacilante.
Y su fisonomía de león no expresaba desaliento ni triunfo; no daba esperanza, ni la quitaba. La ciencia había hecho todo lo que sabía. Era un simulacro de creación, como otros muchos que son gloria y orgullo del siglo XIX. En presencia de tanta audacia la Naturaleza, que no permite sean sorprendidos sus secretos, continuaba muda y reservada. El paciente fue incomunicado con absoluto rigor.
Este sitio solitario, bastante alejado del castillo, era el lugar que había escogido yo para mis meditaciones. Me detuve junto al puente cargado de escarcha, a pensar en el porvenir y a admirar los enormes copos de nieve, pendientes de la cascada al ser sorprendidos en su líquido curso por el hielo.
Se calló porque sintieron pasos, ya muy cerca, como de una persona que subía con cautela, y miraron a la meseta intermedia, esperando a que el que subía diese la vuelta. La aparición de aquella persona les dejó a ambos muy sorprendidos.
Ambos iban con precipitación, aunque no sin cuidado, para no resbalar en la sangre que humedecía y manchaba el pavimento, para no tropezar en seres humanos muertos o moribundos y para no ser sorprendidos por los vivos aún armados y furiosos que sin duda por aquellos sitios vagaban.
Palabra del Dia
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