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Actualizado: 27 de junio de 2025
10 mas cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será quitado. 7 Ciertamente las cosas inanimadas que hacen sonidos, como la flauta o la vihuela, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se tañe con la flauta, o con la vihuela? 8 Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se apercibirá a la batalla?
404 Canta el pueblero... Y es pueta; canta el gaucho... Y, ¡ay Jesús!, Lo miran como avestruz, su inorancia los asombra; mas siempre sirven las sombras para distinguir la luz. 405 El campo es del inorante, el pueblo del hombre estruido; yo que en el campo he nacido digo que mis cantos son para los unos... Sonidos, y para otros... Intención.
Otra, finalmente, despertaba sonidos profundos y solemnes, como los del cañón, para pedir oraciones a los hombres y clemencia al cielo por el pecador difunto. Stein se sentó en el primer escalón de las gradillas del púlpito sostenido por un águila de mármol negro. Fray Gabriel se hincó de rodillas en las gradas de mármol del altar mayor.
Sintió gran algazara, paróse maquinalmente y tuvo intenciones de entrar. "No dijo dominándose no entraré." Y al mismo tiempo dió un paso hacia la puerta. Sin embargo, atracción fatal le arrastraba hacia aquel recinto, abismo de sus primeras y más bellas ilusiones. Los sonidos que allí dentro se oían retumbaban en su cerebro como ecos infernales de singular fascinación.
Ahora, de aquella edad el recuerdo apenas resta, como quedan de una fiesta los misteriosos sonidos que retienen los oídos del bullicio de la orquesta. Soy planta, apenas crecida, arrancada del Oriente, donde es perfume el ambiente, donde es un sueño la vida: ¡Patria que jamás se olvida!
Pero al oír su lamento contra la soledad moral en que vivía, le señaló con expresión de protesta una ventana abierta del hotel, por donde se escapaban los sonidos del piano y el rumor de varias voces juveniles. «¿Y aquello?» Sánchez Morueta levantó los hombros con expresión de indiferencia. Lo que llaman mi palacio murmuró no es para mí más que una casa de huéspedes.
En la lengua cóptica se contaban muchos dialectos y habían entrado palabras extrañas, ya del griego, ya del latín, ya del árabe. Se empleaba el alfabeto griego, con la adición de algunos signos para expresar sonidos que con las letras griegas no podían expresarse.
Uniéronse a estos sonidos discordantes las notas agudísimas del cuerno de caza y el redoble del tambor, produciendo entre todo una algarabía insoportable.
Muy al fondo brillaban en llamaradas de un rojo sombrío los últimos resplandores del día moribundo que arrojaba sobre las pulidas baldosas un largo surco de luz. Sonidos vagos, que recordaban la voz de un niño, herían mi oído cuando el viento se colaba bajo la bóveda. Un leve grito de gozo llegó hasta mí, a través de la puerta, y me hizo estremecer.
Cuando entró, la vieja criada que salió a abrirle, retrocedió asustada. La cara de su amo parecía como si unas manos invisibles le estuviesen apretando sin piedad la garganta. A pesar de hallarse bien avezada a descifrar los caóticos, inextricables sonidos, que salían de su boca en todas ocasiones, por esta vez no comprendió la orden que le daba. Vió que se retiraba derechamente a su cuarto.
Palabra del Dia
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