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Actualizado: 3 de mayo de 2025
El dia que reciba un sacudimiento profundo que la arroje sobre el terreno de los hechos, la juventud española hará prodigios: hoy...no hace mas que soñar, conversar y vegetar.... Un paseo popular. Mi compañero. El valle de Aranjuez. Un grupo de periodistas. Una corrida de toros. El monte en ferrocarril. La visita de los Reales sitios es un asunto de interes para todos los extranjeros.
¿Quién fué el arreglador de esta vieja canción que yo oí sonar en el último acto de Reinar después de morir, llorando la muerte de doña Inés de Castro? ¡El amor del pueblo ha hecho al rey galán y a la princesa del palacio de San Telmo los esenciales protagonistas de este poema eterno, que es como una oración ingenua del alma popular!
La voz del mozo rompió el silencio de la noche cantando: ¡Ay, que su amigo la espera! ¡Ay, que su amigo la aguarda! Al pie de una fuente fría, al pie de una fuente clara. Una sonrisa divina iluminó el semblante de la niña y cantó también muy quedo siguiendo el romance: Que por el oro corría, que por el oro manaba. Dejaron de sonar los pasos del joven.
Veía brillar entonces en la obscuridad, como un paraíso perdido, el molino en que había transcurrido su infancia y el tictac de las ruedas resonaba en su oído como un canto divino. Al sonar la diana se deshacía el encanto.
De pronto lo asalta un recuerdo que le hiela el rostro; sus dedos aprietan violentamente el vaso; presta oído... Le parece que la música tan franca de aquella noche, cuyo sonido subió hasta él a través del suelo, va a sonar otra vez.
En la fuerza de la plaza se encontraba al sonar la señal el lego español de San Juan de Dios. Dado el grito, la rebelión desarrolló en su destructor círculo cuantos horrores caben en el saqueo y la matanza.
Allí nació y comenzó á soñar, cantar y crecer el divino poeta, y él ha conservado su hogar con una amante veneracion, haciendo de Milly el santuario de las mas puras armonías y de las mas nobles meditaciones.
Oyome inalterable don Baltasar de Peralta, sonriose como hubiera podido sonreírse un demonio, y díjome saliendo de mi estrado: ¡Vive Dios, que o habéis de ser mía, o tanto haré, que habéis de soñar conmigo como si soñarais con el diablo!
Si era absolutamente preciso resignarse a un buen matrimonio, y no veía otra salida, ¿por qué no ella mejor que una pécora cualquiera que hiciese sonar demasiado su dinero y que, al menos, le tratase de igual a igual siendo su señor y dueño? Blanca, la pobre, se estimaría muy feliz siendo su humilde servidora. Porque no había duda, ya le adoraba como hermano. ¿Qué iba a ser ahora?...
Nunca había llegado á soñar con una gloria semejante, ni aun en los tiempos de la adolescencia, cuando, recién entrado en la vida estudiosa, su entusiasmo le hacía aceptar la posibilidad de las más inauditas elevaciones. Durmió mal, pues el saboreo de su triunfo parecía repeler al sueño.
Palabra del Dia
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