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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Mientras pronunciaba las palabras decisivas que le apartaban de Julio para siempre, en medio de la sombra de su congoja una especie de júbilo le nacía, como una luz, y le bañaba el semblante. Muñoz, maravillado, creyendo soñar, tomó entre las suyas aquellas dos manos juntas. ¡Adriana! ¿Puedo creer a mis ojos? ¿Puedo pensar que esta alegría es alegría de su ternura por mí? Sí, Muñoz.
¿Y aquella otra torre gris? La iglesia de San Miguel, y á la izquierda la de San Remo. El caserón inmediato es el palacio de Berland. Mira también esas fuertes murallas, con tres poternas hacia el río y diez y seis en todo el circuito de tierra. ¿Y á qué el continuo sonar de tantos clarines?
Desde entonces he vuelto como antes, a soñar con las estrellas; suelto la rienda a mi imaginación y la dejo galopar hasta cansarse, y cuando estoy sola bailo y salto en mi cuarto, que es un gusto. ¡Ah, mi querido cura, no sé porqué os quiero hoy ocho o diez veces más que de costumbre!
Algunos palos rompiéronse en pedazos; sonaban las espaldas al recibir los golpes con un ruido de cofres vacíos; caían muchos con la cara cubierta de sangre, tropezando en sus cuerpos los que huían, y comenzaron á sonar por todos lados, como chasquidos de tralla, los tiros de los revólvers.
Mientras sus ojos permanecían sumidos en este mundo lóbrego surcado por los rojos cometas de la pesadilla, su oído vibraba débilmente en ciertos momentos con palabras que parecían sonar lejos, muy lejos, y sin embargo eran pronunciadas junto a su cama. «Pulmonía traumática... Delirio.» Estas palabras eran repetidas por diversas voces, pero él dudaba que se refiriesen a su persona.
Fernanda besaba con trasportes de entusiasmo a Granate; éste, como más pequeño, la abrazaba por más abajo de la cintura, y mientras tanto D. Juan hacía sonar riendo una bolsa de dinero.
1048 Y si alguno no se atreve a seguir la caravana, o si cantando no gana, se lo digo sin lisonja: haga sonar una esponja o ponga cuerdas de lana. EL MORENO 1049 yo no soy, señores míos, sino un pobre guitarrero, pero doy gracias al Cielo porque puedo, en la ocasión, toparme con un cantor que esperimente a este negro.
Es con ese pensamiento que me dejáis podrir sobre las carnes estas ruines bayetas, para que no pueda mostrarme ante mujer alguna. Mirad esta espadeja si no parece de vil estudiante. ¡Ah!, pero ruda y basta como es, sabrá vengar el entuerto. ¡Oste! Hace un año, señor, que os pedí un arnés para el rocín, y ni esto exclamó, haciendo sonar la uña del pulgar en los dientes.
Vuelta a mi cuarto, me encuentro más perpleja que nunca y, para no pensar más en el matrimonio, hago lo que puedo por ocupar el pensamiento en otra cosa. ¡Qué pesados me parecen ahora mis veinticinco años!... La abuela tiene razón; llevo un mundo en los hombros... Cuánto más feliz era cuando, en vez de soñar con un marido por la voluntad de la abuela, no tenía más preocupaciones que mi muñeca.
El grupo de mujeres se abrió, se ensanchó, se revolvió charlando todas a un tiempo. Volvieron a sonar los chasquidos de las almadreñas sobre las losas húmedas y sucias del pavimento.
Palabra del Dia
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